Entrevista a Víctor Hugo Morales
Considerado por muchos especialistas como “el relator deportivo del siglo en habla hispana”, pero también periodista y conductor de infinidad de programas radiales y televisivos y autor de varios libros sobre temas relacionados con los medios, Víctor Hugo Morales, además de una figura muy popular, es un referente para mucha gente que comparte con él su decidida lucha contra los monopolios mediáticos y a favor de una prensa oral, escrita o audiovisual más transparente y comprometida con la verdad, no con los intereses económicos de sus mandantes. En una charla que mantuvo con Revista Cabal poco antes de fin de año, el conocido profesional se refirió a su continuidad en los programas en los que hoy actúa en radio y televisión y brindó a la vez una sincera y descarnada visión de la actual situación del país.
Hablar con Víctor Hugo Morales es siempre un placer. No solo por la invariable amabilidad y respetuosa calidez con que se dirige a las personas que dialogan con él (en este caso le tocó ser foco de esa atención a quien escribe estas líneas), sino por lo que transmiten su voz y sus palabras, hoy convertidas en uno de los pocos oasis periodísticos en que pueden abrevar en radio o televisión, y junto a los que han construido Roberto Navarro, el Gato Silvestre y otros destacados profesionales, aquellos oyentes que, saturados por los espejismos y mentiras propalados por los medios de comunicación dominantes, desean obtener una mirada distinta sobre la realidad del país, una mirada que pueda trasponer la chata y complaciente opinión de que vivimos en el mejor y más dulce de los mundos, cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor.
Por eso, es siempre grato encontrarse con él. Esta vez, el diálogo se produjo en un bar de la calle Fitz Roy, en Palermo, uno de los tantos que está a escasos metros de C5N, donde Víctor Hugo conduce el programa El diario, que va de lunes a viernes de 18 a 21 horas. Fue un día de diciembre, a escasa distancia de las fiestas de fin de año, que el periodista aprovecharía para tomarse unas breves vacaciones antes de retomar sus tareas en esa emisora televisiva en enero de 2017. Una de las primeras cosas que nos informó es que en el año que se inicia continuaría en los programas de radio y televisión que hizo en 2016. Además de su intervención en C5N, que arrancó en mayo de 2016, Víctor Hugo también está al frente del programa La Mañana en AM750, que había comenzado el 8 de abril pasado. En ambos seguirá durante 2017.
Le comentamos que había circulado la noticia de que iría a Radio 10 en esta nueva temporada. “Sí, es cierto, me ofrecieron contratarme en esa radio, pero decidí quedarme en AM750 por una cuestión de gratitud –comenta-. Creo mucho en la gratitud, en ese valor. Y me he sentido muy cómodo en esta emisora. Fueron ellos los que me vinieron a buscar cuando no tenía nada, después de que me echaran de Radio Continental en enero de 2016. Y hubo una oferta generosa de Radio 10, que agradezco enormemente. Además trabajar allí me hubiera permitido volver a una de las dos emisoras verdaderamente importantes de hoy en la Argentina, una de las dos líderes indiscutidas en el espectro radial con Mitre. Todas las demás jugamos un escalón más abajo y la mía tal vez uno poquito más abajo. Era una gran oportunidad, pero evalué lo feliz que he sido en AM750, donde me muevo como pez en el agua, y decidí no innovar. Por otra parte, he sentido cero molestia al hacer el programa, me he movido con entera libertad. Y como se sabe el mío no es un espacio precisamente complaciente con el oficialismo. Y repito: me vinieron a buscar cuando no tenía nada. Con esos puntos a favor, les pregunté a ellos si estaban, durante 2017, en condiciones de cumplir con lo que habíamos acordado y, como me dijeron que sí, decidí proseguir allí. Y estoy muy contento con la decisión de haberme quedado. Debo decir, por otra parte, que trabajo con un grupo estupendo. Es una maravilla ir a trabajar a la radio, cada día que voy lo hago muy feliz. Y eso es realmente valioso para mi persona.”
Respecto a su labor en El diario, responde: “Lo que hago en el canal, como lo he dicho alguna vez, no es exactamente mi programa –continúa-, pero usted ha visto al llegar al bar cómo estaba conversando con distintos responsables de su producción, en una reunión que servía para afinar algunos aspectos de la labor del día. En esas reuniones yo puedo sugerir, pedir, a veces negar alguna cosa, decir no, pero, como digo, es un programa del canal. Sin embargo, el hecho de que haya ese diálogo tan bueno con la producción, y que se tengo en cuenta mi opinión para ciertos tópicos, me hace sentir cómodo y feliz en El diario, donde además tengo excelentes compañeros. Y diría que allí lo que me da mucha satisfacción es, frente a distintas noticias que se suscitan durante el desarrollo del programa, o en las entrevistas que hago, poder decir las cosas que digo, poder reflexionar sobre todos esos temas siendo fiel a lo que son mis convicciones intelectuales e ideológicas.”
Sobre el año que se inicia, Víctor Hugo no se muestra optimista, sino escéptico en lo político y social. Y lo dice sin rodeos: “Sobre la perspectiva para 2017 soy escéptico, porque la derecha ha hecho un trabajo feroz por su dureza, de desaliento a la clase trabajadora, de merma del salario real, de adopción de medidas para que mucha personas no vuelvan a subirse al barco del trabajo vaya a saber uno por cuanto tiempo. Y todos los que fueron expulsados del trabajo tendrán enormes dificultades para lograr encontrar otro. Eso tira el ánimo de la gente hacia abajo. Y ni hablar de los hombres y mujeres que, al asumir este gobierno, ya habían perdido el trabajo y estaban un peldaño más abajo todavía. Esos seguirán sufriendo aún más. Y lo único a que han atinado los dueños del poder, en este fin de año, fue a tirar algún paliativo, alguna migaja para que los que no tienen nada crean que con eso podrán sobrevivir y no armen lío. Eso es el recurso al que acude el neoliberalismo. En el fondo, lo hacen para no tomarse la molestia de matar alguno, como ocurrió en el 2001. No hay, dentro de lo que se hizo este año, nada positivo para avizorar para el año que viene. Y convengamos que el contexto de crisis internacional en el que vivimos tampoco ayuda para nada. Cuando se inventa esa tontería, ese mamarracho de que la Argentina gracias a este gobierno está insertada de nuevo en el mundo, lo que se hace es tapar con fantasías otra realidad. Lo que ha hecho hasta ahora este gobierno en relación con el extranjero es endeudarse hasta el cuello, con grave riesgo para las futuras generaciones. Bastaría solo reparar hasta qué punto se desprecian las recomendaciones democráticas de importantes organizaciones internacionales (el órgano especializado de las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos, por citar algunas, que calificaron de arbitrario el arresto de Milagro Sala), para comprobar que, en relación al mundo, lo que la Argentina ha cosechado, además de deuda fenomenal, no es inserción sino desprestigio. Este es un país al que hoy el planeta está empezando a observar como un espacio donde no se respetan los derechos humanos.”
“Y esa impunidad con la que este gobierno actúa desconociendo lo que se le reclama desde esas organizaciones y otros llamados a la reflexión que se le hacen desde distintos sectores, tiene que ver con algo que ya hemos hablado en algún momento –agrega Víctor Hugo-. Se vincula con la idea que ellos tienen de no ser un simple grupo político más, en este caso de derecha, que está al frente del Estado por mandato de una elección, sino de ser la extensión explícita del poder real, su brazo ejecutor. Nunca se dio en la Argentina, salvo en la época de la dictadura y de ninguna manera con un sesgo tan fuerte y claro como ahora, una circunstancia de esta naturaleza. La diferencia es que ahora ese poder real tiene la legalidad de haber sido elegido por las urnas. Nunca el poder real se expresó de un modo tan potente y abrumador, tan descarado. La política ha quedado subsumida, atrapada bajo ese poder. Ni siquiera es una cooptación, como lo fue en el período de Carlos Saúl Menem. No, lo que hoy se expresa como política en el gobierno del Pro es la prolongación natural, cómoda, de las aspiraciones de los grandes grupos corporativos, con aquello que ese poder real quiere del mundo. Esa identificación es hoy tan nítida, que recién ahora tomamos conciencia acerca de la forma en que actuó ese poder real, algo sobre lo que tal vez no reflexionamos lo suficiente. Ahora que lo hemos descubierto, que lo sabemos, podemos mensurar también el tamaño de las dificultades que nos propone eliminar las consecuencias de ese dominio que las corporaciones desean ejercen sobre la sociedad. Y es posible que lo hayamos aprendido un poco tarde para revertir esto. El poder del capitalismo se ha filtrado en nuestras vidas a través de una red tan poderosa de seducciones culturales, que ha llevado a que su aceptación sea muy grande en distintos sectores de la población, que han naturalizado su presencia como si no hubiera otras opciones. Y lo triste es que a veces aceptan el capitalismo hasta aquellos a quienes este sistema no favorece de ninguna manera. La derecha no solo acepta el capitalismo, sino que lo ensalza, como hacen los medios de comunicación. Lo doloroso es cuando eso ocurre entre la gente a la que el neoliberalismo aplasta. En ocasiones veo complicado que nuestras sociedades puedan salir de esta organización capitalista y que es más fácil, siguiendo las cosas como están, que el mundo estalle antes en millones de pedazos. Visión que, no obstante, no me impide sostener que es necesario seguir oponiéndose cada día a que esta realidad injusta nos asfixie y destruya. ”
Le comentamos a nuestro entrevistado que el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, decía hace muy poco que no existe sociedad humana capaz de desprenderse de la esperanza, ni ser humano que pueda prescindir de un horizonte. Y contesta: “Precisamente, Eduardo Galeano decía que hay que caminar hacia la utopía como se camina hacia el horizonte, sabiendo que no se llega, pero por lo menos sirve para caminar. Mientras uno tenga un poco de fuerza, le importe el mundo, le importen los hijos, en la medida de las posibilidades que tenga, como ciudadano, como periodista, como político, siempre tiene que dar lucha, tiene que dar pelea. Yo mantengo esa pelea con un fervor intacto. Lo que no significa que deba por eso ocultarme la realidad de las cosas que suceden ni dejar de evaluar los escollos que aparecen en la vida de cualquier sociedad y la dificultad para superarlos.”
En una entrevista pasada, expresábamos con Víctor Hugo la mutua admiración que sentíamos por ese extraordinario escritor y artista que fue John Berger, justamente fallecido en los primeros días de 2017. Entre las muchas razones que este gran novelista encontraba para seguir resistiendo estaba una que podríamos llamar la del respeto propio, la de mantenerse fiel a una identidad que solo se consigue cuando nos consideramos verdaderamente libres. Decía él: “Cuando pienso en lo que pasa en el mundo me doy cuenta de que ahora es necesario más que nunca resistir. Ese momento, cuando decidimos resistir y luchar, es cuando empiezas a dar los primeros pasos para dejar de ser lo que nos obligan de alguna forma a ser para empezar a ser algo que eliges.”
De eso habla también Víctor Hugo cuando se refiere a seguir luchando.
Alberto Catena