Esperando al zurdo

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Esperando al zurdo. Autor: Cliffords Odets. Adaptación y dirección general: Hugo Álvarez. Elenco: Lili Muñoz, Luis Marangón, Julio Pallero, Gustavo Bonfigli, Lisandro Berenguer, Pablo Faletti, Leonardo Odierna, Alejandro Hodara, Gustavo Cepeda, Hugo Alvarez, Tina Ottaviano, Emiliano Boidi y Héctor José LaPorta. Escenografía y vestuario: Paula Molina. Diseño de iluminación: Miguel Solowej. Música original y sonido: Julio Mono Scalise. Duración: 75 minutos. Teatro Corrientes Azul, Corrientes 5965. Los sábados a las 21 horas.

Autor emblemático del teatro de protesta de los Estados Unidos por los años treinta y cuarenta, Cliffords Odets (1906-1963) tuvo amplia repercusión con sus obras en su país pero también en otras latitudes. Una de ellas fue la Argentina que, durante la época de esplendor  del teatro independiente, puso en escena algunas de sus piezas más conocidas (Esperando al zurdo, Despierta y canta o El muchacho de oro) y las usó mucho en sus talleres como material de trabajo. La obra como dramaturgo de Odets es mucho más extensa que esa trilogía, la más conocida por estos pagos, e incluye una combinación de esa vocación por la escritura teatral con incursiones en la cinematografía de Hollywood, para la cual escribió infinidad de guiones, algunos de ellos sin firma. Durante los años del macartismo fue acusado por el Comité de Actividades Antiamericanas y abjuró de su ideología comunista, al mismo tiempo que denunció a algunos de sus antiguos camaradas. Este hecho tuvo una profunda y negativa influencia en su dedicación  posterior al teatro pues, a partir de allí, su trabajo creativo se redujo a unos pocos títulos más.

     Esperando al zurdo (Waiting for Lefty, de 1935) fue el drama con el que debutó como dramaturgo y escribió para el Group Theatre de Nueva York, que había ayudado a fundar en 1931. Es una crónica de una huelga de taxistas boicoteada por la patronal que, en su intento de frenarla, no duda en acudir al crimen de uno de los líderes de la protesta. A un poco más de ochenta años de su aparición, el texto muestra una increíble frescura por los conflictos que propone entre los trabajadores y sus familias al tener que decidirse a tomar esa medida de lucha y poner en riesgo su estabilidad en la ocupación. Por esos años, y luego del crack financiero de 1929, la desocupación había alcanzado niveles muy altos en los Estados Unidos. Las patronales, utilizando como extorsión la amenaza de despido a sus obreros y el fantasma del desempleo permanente, lograron en los primeros tiempos controlar los movimientos de resistencia. Pero la eficacia de esa táctica no duró mucho. Por 1933, la clase obrera empezó a salir de su letargo y protagonizó una ola de huelgas muy importantes, tanto que al llegar al gobierno Franklin Delano Roosevelt tomó una serie de medidas dirigidas a superar la grave crisis económica y paliar la situación de los distintos estratos laborales.

      Es impresionante comprobar cómo, a tanta distancia de años, los métodos del capitalismo no han cambiado para nada. Es más, el neoliberalismo los ha acentuado a grados de increíble crueldad. La Argentina es hoy un buen laboratorio de esas conductas, viejas en su concepción y linaje pero renovados en su metodología de aplicación, que reflejan las peores tendencias del sistema de explotación sobre las clases más despojadas. Un acierto la idea de traer a la actualidad ese texto de Odets, cuya afinada adaptación y puesta en escena por parte de Hugo Alvarez lo convierte en una remozada versión de su recordada frescura e intensidad de sus orígenes. El elenco compuesto por algo más de doce actores –cifra inusual para un teatro que no sea oficial- mantiene en todo momento un nivel muy aceptable, dentro del cual brillan algunas composiciones con especial luminosidad. Dentro de un diseño escenográfico sencillo que aprovecha las particularidades del espacio escénico del lugar, cada secuencia tiene un lugar de desarrollo límpido y claro en lo teatral.

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