Crítica de teatro: Pinedas tejen lirios



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Pinedas tejen lirios. Dramaturgia y dirección: Susana Hornos y Zaida Rico. Elenco: Arantza Alonso, Laura Lebedinsky y Ariel Pérez de María. Iluminación: Nacho Riveros. Vestuario y escenografía: Daniela Taiana. Duración: 50 minutos. Teatro El Extranjero. Domingos a las 19 horas.

Heroína revolucionaria del siglo XIX, sentenciada a garrote vil por su adhesión a las ideas liberales, la granadina Mariana Pineda es, desde su muerte, un símbolo de las luchas por las causas justas encarnadas por las mujeres en distintas épocas y territorios. Federico García Lorca le dedicó una de sus obras teatrales a ella. Por eso su nombre y su martirio son tomados en este espectáculo como espejo y proyección de un estigma que se ha seguido produciendo a lo largo de las décadas y los siglos. El montaje tiene cuatro escenas básicas: la primera cuenta la captura y muerte de Mariana en 1931 y otras tres, que transcurren en 1970 en Buenos Aires, en 2000 en Ciudad Juárez y hoy en una ciudad cualquiera, que reproducen situaciones de sometimiento y dolor similares. La concepción de la puesta es sencilla, pero potente: tres actores (dos mujeres y un hombre) van encarnando los diversos personajes que a través del tiempo protagonizan las vicisitudes que se replican con ciertas variantes. Hay una visión muy lírica en esa mirada que incluye el canto, el diseño coreográfico, la música y la palabra. Y tres actores que comprenden y sirven con pulcritud e intensidad a esa poética. Pineda tejen lirios forma parte de una trilogía que comienza con Granos de uva en el paladar y que concluirá en una tercera obra sin título aún. Desde el punto de vista de la potencia del espectáculo, Granos de uva en el paladar tenía un relato más unitario, más orgánico, lo cual le daba mayor eficacia dramática, pero éste lo iguala el poder expresivo.      

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