Stand up, costumbrismo urbano en escena
Son monólogos humorísticos a cargo de un cómico o actor que interactúa con el público. El stand up pegó fuerte en Buenos Aires y actualmente es uno de los géneros más convocantes de la cartelera teatral y del off. Martín Rocco, pionero del género, explica algunas de las claves del fenómeno a Revista Cabal.
Los orígenes del stand up americano se remontan a la década del 50, aunque fue recién en los años 90’ cuando se hizo masivamente conocido a partir de series televisivas como Seinfeld, con las que el público podía divertirse con la versión ficticia de las vidas de sus protagonistas, sus problemas de relación -con sus amigos y con los miembros del sexo opuesto-, en el marco de la observación de los problemas cotidianos y las dificultades ordinarias servían de materia prima para hacer humor. Luego, artistas como Billy Crystal, Robin Williamns, Ben Stiller o Jim Carrey ayudarían a expandir la tendencia de auto referirse y hacer reír al público a partir del monólogo, la sátira y la parodia de ciertas conductas, hábitos o excentricidades que se exhiben. En la Argentina –donde podría pensarse Pepe Arias, Antonio Gasalla y Enrique Pinti, entre los prehistóricos del género- esta disciplina escénica unipersonal se consolida en la cartelera teatral como uno de los géneros más convocantes y que siguen, sobre todo, las generaciones jóvenes. Cada fin de semana, salas del off y grandes teatros de la calle Corrientes ofrecen una variada oferta de espectáculos destinados a un público decidido, ante todo, a pasarla bien.
El Paseo La Plaza, sobre Corrientes al 1600, es uno de los espacios en los que los “standaperos” han hecho base y el público ya sabe que ahí puede encontrarlos y conocer el humor que proponen. Otro sitio clave, epicentro del stand up, es el Club de la Comedia “El Bulubú” (Rivadavia 1350).
“El Bululú y Liberarte son los sitios históricos, Junto al Parakultural y El Pozo Voluptuoso -estos dos últimos ya no están-”, detalla Martín Rocco, pionero del género y docente de Stand Up, entrevistado por Revista Cabal. “La Plaza viene después, cuando empieza la primera explosión del género. Ahora hay en todos lados. Muchos productores llevan shows al conurbano con buenos resultados. A los bares y salas teatrales se suman restaurantes. Y se expandió mucho en el área corporativa. Muchos shows empresariales.”
Rocco es uno de los referentes del stand up en la Argentina, y también dicta clases en las que enseña a otros esta forma de hacer humor (dio cursos durante cuatro años en el Centro Cultural Ricardo Rojas y, en ese marco, formó alrededor de 300 alumnos, uno de esos alumnos fue Sebastián Wainraich.)
Él explica que el Stand Up “es monólogo humorístico. Observaciones, chistes, reírse de uno mismo. Lo que sea. Se habla al público, no hay cuarta pared. Es una disciplina teatral ya que es un intérprete, sobre un escenario y con un texto”. Si pegó tanto en Buenos Aires, opina, es porque “ésta es una ciudad muy abierta a nuevas tendencias artísticas: Impro, Danza Butoh, Narración, etc. Creo que las cosas se ponen de moda y luego quedan o no”, dice. “En el caso del stand up, que no se requiera de mucha producción creo que ayudó a que se expandiera. Ya existía el monólogo humorístico desde hacía décadas, pero en este formato más urbano, de crítica social y costumbrista, no tanto. Y, sobre todo, acaparando los bares como escenarios de trabajo.”
Los monólogos, aunque estén guionados, suelen tener un amplio margen de improvisación. Las temáticas son diversas pero en general relatan cuestiones íntimas como las dificultades en el plano de las relaciones, la vida doméstica, los vínculos con el sexo opuesto, el amor, las fobias y las obsesiones, incluso.
Consultado acerca de los orígenes de la movida porteña, Rocco relata: “Se inicia a principios de los 90, Con Tuqui, Carlos Guarnerio, Hugo Fili, Diego Wainstein, Alejandro Angelini, entre otros. Hay muchos buenos ahora, por suerte. El grupo de Pucha, Barullo, el grupo que generalmente trabaja con Malena Pichot. Distintos estilos, algunos más frontales, otros más sutiles. Distintos públicos. Lauriente, Roselló, Vizán, van a público más joven, creo. Otros tienen otro tipo de seguidores. Se está segmentando el público hace un tiempo ya. Eso está bien.”
Cuando se le pregunta qué es lo que, en lo personal, más disfruta de su trabajo, Rocco dice: “Disfruto conectar con la gente y compartir ideas y costumbres. Me inspiran las cosas absurdas de la vida. Ya no voy tanto por la fórmula de lograr una risa cada tantos segundos. Me gusta desarrollar más aunque sacrifique eso, porque creo que lo importante es la conexión. No la cantidad de risas. Eso tiene que ver con que hago shows unipersonales en teatros. Son largos. Si voy invitado a un show de varios en un bar y tengo que hacer 15’, ahí sí que busco la efectividad de la risa constante.” Durante el verano, hará comedia en Mar del Plata, una obra escrita por Daniel Dátola y que producirá Javier Rocco, en la que compartirá escenario con Chichilo Viale, Atilio Veronelli y Chiqui Abecassis.
Actualmente, existen además cursos y escuelas específicas para quienes quieren iniciarse en la materia: en sitios como www.standupenargentina.com, o www.standuptime.com, www.standupargentino.com.ar, por ejemplo, ofrecen cursos y talleres con distintos especialistas, e incluso existe una escuela que funciona en la sala Julio Cortázar del Paseo la Plaza (www.tallerdestandup.com.ar).
Cada “standapero” exhibe un estilo y da forma a sus monólogos siguiendo sus propios temas e intereses.
¿Qué es lo que te resulta más atractivo de este tipo de espectáculos? ¿Qué artista u obra recomendarías?