Una isla agreste y con tradición

Turismo

Martín García es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y la historia.

Tiene la particularidad de que es una isla argentina rodeada de aguas uruguayas, gracias a un tratado entre ambos países. El mismo acuerdo le dio “ciudadanía” oriental a la isla Timoteo Domínguez, adosada a Martín García en su borde norte, y así ambos países tienen una única frontera terrestre ¡en medio del Río de la Plata! A diferencia de las islas del Delta, resultado de la acumulación sedimentaria de los ríos Paraná y Uruguay, se trata de un rocoso del plegamiento precámbrico de Brasilia, producido hace 1.800 millones de años. Tan parecida y tan diferente, tan cercana y tan lejana, cuesta terminar de incorporarla al menú miniturístico: grave error.

Se llega navegando el Paraná de las Palmas y luego el Río de la Plata. Un servicio de catamaranes que parten de la Estación Fluvial de Tigre a las 8.30 (funciona los martes, jueves, sábados, domingos y feriados) y llegan a la isla al cabo de unas tres horas (zarpan de regreso a las 17 y llegan a las 20) da comienzo a una jornada o un fin de semana de descanso, naturaleza e historia. Historia que empieza por su nombre, el de un tripulante de la expedición comandada por Juan Díaz de Solís en busca de un paso interoceánico, y que divisó la isla en ese periplo, en el año 1516. Martín García murió en altamar y fue enterrado en la isla. Hoy Monumento Histórico Nacional, en su territorio o cerca de sus costas se libraron numerosas batallas. Por su ubicación estratégica tuvo un protagonismo importante en la época de la Colonia a la hora de defender el territorio de los invasores europeos. Y en su legendaria cárcel y en otros domicilios, más tarde fueron recluidos presos comunes y políticos, entre ellos Marcelo T. de Alvear, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi.

Una visita guiada permite recorrer los más importantes escenarios históricos de Martín García, como el antiguo Penal Militar (hoy en ruinas, allí se encarcelaba a los desertores navales, que eran obligados a extraer piedras de la cantera, luego convertidas en adoquines porteños); el Lazareto (funcionó entre 1870 y 1920 para que los inmigrantes cumplieran allí una estricta cuarentena antes de ingresar al país); los cañones centenarios (baterías de cañones que cumplieron la función de defensa de la isla durante la Guerra de la Triple Alianza entre 1865 y 1870); el primer faro (un faro habitado perteneciente a la Armada argentina, de 43 metros de alto y 6 millas náuticas de visión, construido en 1897 en piedra y ladrillos, que dejó de funcionar en 1938 y hoy es Monumento Histórico Nacional); la estación aérea; el cine-teatro (inaugurado en 1910 como Salón Urquiza, hoy brinda una función especial de teatro por mes); las casas donde fueron alojados los ex presidentes argentinos. Otra presencia histórica en la isla fue la del poeta nicaragüense modernista Rubén Darío, quien durante su estadía en 1895 escribió dos artículos para el diario argentino La Nación y el poema La marcha triunfal.

En el recorrido por el sector urbano de la isla también se encuentran el Monumento a los Héroes Comunes y el Monumento a las Dos Banderas, que respectivamente rinde homenaje a los héroes que comparten Argentina y Uruguay y recuerda con los estandartes nacionales el Tratado firmado por ambos países en 1973 después de una larga disputa por la soberanía territorial de la isla. En el Museo Histórico se pueden observar pertenencias, documentos y fotografías donados por sus habitantes y por la Armada.

Otro lugar de interés es el cementerio, de principios del siglo XX, que sucede a otros tres que hubo en la isla: el primero fue el de la capilla; otros dos, ubicados en la actual Reserva, uno de ellos solo para indígenas, fueron tapados por inundaciones en la década de 1880. Algunas de sus tumbas lograron ser trasladadas al actual emplazamiento, en una zona más alta de la isla. El crematorio, en tanto, fue construido a finales de los años 1860 y tuvo un rol importante durante la última epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires, en 1870 y 1871. La travesía histórica incluye también al Barrio Chino. Es en realidad el lugar donde se encontraban el primer muelle y las primeras construcciones de la isla, del siglo XVIII, y que hoy lleva el nombre de Pueblo y Puerto Viejo. Con la construcción del nuevo puerto, la zona comenzó a degradarse y hoy es un conjunto de casas abandonadas.

Más allá de los aspectos históricos, la isla tiene atractivos naturales que valen por sí mismos y que invitan a recorrerla con ánimo de perderse entre sus numerosos senderos. Y su particular microclima, especialmente en el área agreste de la Reserva Natural Provincial. Allí es posible observar una gran variedad de aves, entre ellas gallaretas, garzas, patos, caracoleros, pollonas de agua, federales, verdones y cuatros especies de picaflor. También es posible encontrarse con tortugas acuáticas, carpinchos y hasta algún lagarto overo. Una particular combinación de arenal y selva, con abundante vegetación típica del Delta y amplia variedad de hierbas con presuntas propiedades medicinales, le otorga especial atractivo. Varios miradores, ubicados estratégicamente en toda la isla, permiten interesantes vistas del interior, la costa y las aguas que la bañan. También hay pequeñas playas donde pasar el tiempo contemplando el imponente Río de la Plata.

Para quienes desean pasar en Martín García más que un día de visita, las opciones de alojamiento son limitadas. Por un lado, la hostería, que ofrece un régimen de pensión completa, ubicada a pocas cuadras del centro de la isla. Por el otro, el camping, en una zona agreste pero con todos los servicios necesarios, incluida una proveeduría. A la hora de comer hay una oferta módica pero suficiente. Lo que no se puede hacer es no pasar por la panadería, inaugurada en 1913, que cuenta con un gran horno a leña donde se elaboran de manera artesanal el pan y otros productos. Entre ellos su legendario pan dulce.