San Juan, mucho más que buen vino
Tierra de paisajes ancestrales y cielos diáfanos, San Juan es una provincia llena de misterios que merecen ser develados. Antiguo hogar de dinosaurios, hoy es una plaza turística sustentada en la magia de sus atractivos naturales. Aquí, algunos de sus destinos más atractivos y convocantes:
Valle de la Luna
Declarado Lugar Histórico Nacional por el Estado argentino y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el Parque Provincial Ischigualasto es un gran reservorio del pasado de la región. Ubicado a unos 273 kilómetros de la capital sanjuanina, se caracteriza por su vegetación escasa, sus rocas de formas curiosas, sus suelos de diversos colores. Imán para científicos de todo el mundo por la posibilidad de acceder a información geológica privilegiada, de entre 200 y 250 millones de años (el Triásico, primer período de la era Mesozoica), ese paisaje “lunar” también se convirtió en una atracción turística, en especial desde que se rebautizó al lugar como Valle de la Luna. Si bien este nombre es una ocurrencia de hace pocos años, en lengua quechua la palabra Ischigualasto significa justamente “lugar donde se posa la Luna”.
El Parque ofrece visitas guiadas, indispensables para descubrir los vestigios de la antigua fauna y flora de una zona que alguna vez fue fértil, abundante en aguas y en vegetación. Hoy, en cambio, es un espacio semidesértico, de fuertes vientos, gran amplitud térmica y muy escasas lluvias. En el camino se puede observar cómo el viento fue tallando las formaciones rocosas, dando origen a “esculturas” con nombres muy descriptivos: El Gusano, Valle Pintado, La Esfinge, La Cancha de Bochas, El Submarino, El Hongo o Barrancas Coloradas.
También resulta ineludible una visita al Museo de Ciencias Naturales del Parque Ischigualasto, en especial para asomarse a la herencia paleontológica del lugar. En la recorrida guiada se puede ver cómo se realiza la búsqueda y extracción de fósiles y el modo en que luego se preparan para ser exhibidos. Las piezas más importantes del Museo son las del Herrerasaurus ischigualastensis, y fósiles del Eoraptor, un dinosaurio muy primitivo.
Cuesta del Viento
Muchas veces una obra de ingeniería genera un atractivo turístico “natural”. Es el caso del embalse de esta central hidroeléctrica, que rodea casi por completo al dique Cuesta del Viento, a unos 180 kilómetros al norte de la ciudad de San Juan. Con ayuda del viento —una constante y un aliado para algunas actividades en casi toda la provincia—, se forman a orillas del lago pequeñas bahías habitadas por aves de la zona, especialmente patos negros. Es un buen lugar para explorar a pie. Y el lago, dicen los entendidos, el mejor espejo de agua del país para la práctica del windsurf.
A solo cinco kilómetros del dique, la villa Rodeo ofrece alojamiento y un variado menú de turismo aventura: cabalgatas, paseos en 4 x 4, mountain bike, excursiones de pesca, trekking, y rafting en el río Jáchal, un curso de aguas rápidas ideal para la práctica de este deporte, con el plus de un imponente marco montañoso.
Cerca de allí se encuentran las Termas de Pismanta, un centro termal de altura —está a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar—con temperaturas del agua que van de los 38º C a los 45º C.
Parque Nacional San Guillermo
Ubicado más hacia el noroeste, es el de más difícil acceso y de condiciones ambientales más extremas del país debido a la altura a la que se encuentra, al clima y a los caminos. Por lo tanto, todas las actividades están reguladas y controladas por la intendencia del Parque. Creado esencialmente para la conservación del hábitat natural de la mayor población de vicuñas de la Argentina, también cobija un valioso patrimonio arqueológico, con restos de construcciones del Imperio Inca y de la época de la colonia. Entre sus objetivos se destacan la educación ambiental para pobladores de la región y la investigación científica. Además, fue declarado Reserva de Biósfera.
Por el estado de sus caminos, la mayoría de los recorridos debe hacerse en vehículos 4x4. Hay dos circuitos habilitados para quienes visitan el Parque: el “Punto Panorámico”, hacia el norte, a 3.700 metros, en el Llano de los Leones, desde donde se puede observar el Cerro Imán y grandes manadas de vicuñas y guanacos, y el “Caserones”, hacia el sur, recorriendo la base del cerro Potosí hasta llegar a la vega de Caserones, donde se hallan atractivas formaciones graníticas redondeadas.
Barreal y la Pampa del Leoncito
Al sudoeste de San Juan, a 180 kilómetros de la capital provincial, la zona del valle de Calingasta permite admirar la majestuosidad de los cerros Mercedario y Aconcagua, con sus casi 7.000 metros de altura, y los riachos nutridos con el deshielo de las montañas nevadas. Allí se encuentra la pequeña y acogedora villa de Barreal, en la que, además del descanso, se puede acceder a actividades típicas de la región como rafting, trekking, cabalgatas y carrovelismo, un deporte propio de la región que aprovecha la intensidad del viento para hacer andar unos simpáticos vehículos a vela.
Muy cerca de allí, la Pampa del Leoncito ofrece todo el encanto de su paisaje irreal: un extenso territorio blanco casi como la nieve, de 14 kilómetros de ancho por 5 de ancho, donde alguna vez hubo un lago y en el que hoy solo hay un suelo resquebrajado que produce una incomparable atracción hipnótica.
El Parque Nacional Leoncito, por su parte, propone caminatas en senderos de dificultad baja y media, camping libre, miradores didácticos y sus dos complejos astronómicos, que aprovechan las virtudes de un cielo casi incomparable. Las visitas guiadas permiten conocer el funcionamiento de los observatorios y experimentar personalmente la contemplación de ese universo encantado.
En el paraje Los Morillos, en tanto, se puede acceder al contacto con la fauna local y con vestigios del pasado de las culturas Fortuna, Morillos y Ansilta. En esa zona se hallaron pinturas rupestres, petroglifos, fogones de miles de años de antigüedad y restos de diecisiete momias.
Ciudad de San Juan
A diferencia de los grandes atractivos turísticos de la provincia, su ciudad capital no tiene nada de agreste. Rodeada de montañas y de frondosa vegetación gracias a sus características acequias, es un buen destino en sí misma. La Plaza 25 de Mayo con su moderna Catedral, la peatonal San Martín, el Parque de Mayo con su famoso Monumento al Deporte, son lugares de visita obligada. Saliendo de la ciudad se llega a Rivadavia, donde en el camino empiezan a verse los viñedos y olivares típicos de la región, y en el que destacan el Jardín de los Poetas y el autódromo El Zonda. Y de allí, al dique de Ullum, con su atractivo embalse.
Pero el lugar más tradicional de la ciudad de San Juan es la Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento. En la visita a esta vivienda construida originalmente en adobe, en la que nació y vivió uno de los personajes más ilustres y polémicos de la historia argentina, pueden observarse el famoso patio de la higuera, la sala del telar que utilizaba doña Paula Albarracín, la del nacimiento de Sarmiento, el dormitorio y la cocina. Hay muebles, como el escritorio utilizado por el prócer mientras fue gobernador provincial, y parte de la vajilla usada en sus años de Presidente.
Hay, además, periódicos, manuscritos y primeras ediciones de sus libros, y una biblioteca pública especializada en historia de Sarmiento y de su provincia. La Casa, declarada Monumento Histórico Nacional, también propone actividades culturales, exhibiciones artísticas y talleres de distintas disciplinas.