Misiones
Cuando uno piensa en Misiones, enseguida se imagina las Cataratas del Iguazú. O, mejor dicho, cuando uno se acuerda de las Cataratas recién después rememora que están en Misiones, la provincia de la "tierra colorada". Y no es para menos, ya que esa maravilla natural es tan emblemática y reconocida mundialmente que eclipsa cualquier otro destino turístico, no solo de la Mesopotamia sino de toda la Argentina. Pero quienes suelen comprar un paquete turístico exclusivamente para conocerlas tal vez no sepan que se están perdiendo los encantos de una provincia maravillosa a la que vale la pena dedicarle varios días más que un fin de semana largo.
Misiones es, por ejemplo, su capital Posadas. Casi en el límite con Corrientes (de hecho, antes de constituirse como capital del Territorio Nacional de Misiones allá hacia fines del siglo XIX pertenecía a dicha provincia), la ciudad casi no tiene lo que se suele llamar "casco antiguo". La calle más tradicional, la Bajada Vieja, apenas ofrece algunas casonas de antaño. Pero lo que sí tiene Posadas y seduce a quienes la visitan es su bonita plaza central y el paseo de la Costanera que recorre el recodo que hace allí el río Paraná. Desde ahí también se puede apreciar el vistoso puente Posadas-Encarnación, que une nuestro territorio con Paraguay.
Decir Misiones es, también, decir "jesuitas". Miembros de esta orden religiosa católica fundada en 1534 por Ignacio de Loyola habitaron estas tierras y construyeron verdaderas ciudades en medio de la selva para evangelizar a los indios guaraníes. Esas impresionantes construcciones hoy están en ruinas, pero pueden visitarse. Aunque las más importantes están en Paraguay, Misiones cuenta con las ruinas de San Ignacio Miní, a 60 kilómetros de Posadas. Esa reducción jesuítica fue fundada en 1632 e incendiada en 1817 por orden del dictador de Paraguay Gaspar Rodríguez de Francia. El fuego las destruyó parcialmente y luego la selva las fue cubriendo hasta que fueron redescubiertas en 1897.
Como si le faltara algo, Misiones también tiene sierras. En el centro de la provincia, un sistema montañoso que alcanza los 843 metros con el Cerro Rincón, cercano a la localidad de Bernardo de Irigoyen, divide las aguas que corren hacia el río Paraná al oeste y hacia el río Uruguay al este. Forma parte de ese cordón la Sierra de la Victoria, que al interrumpir el curso del río Iguazú genera las famosas Cataratas.
Punto inicial y final para muchos de su breve escapada a Misiones, aquí elegimos dejar a las Cataratas del Iguazú ("I" es agua y "guassú" o "guazú" significa grande) para el cierre de un viaje más extenso que abarque a casi toda la provincia. De hecho, Misiones tiene otras caídas de agua que es mejor verlas antes que las de Iguazú, como para ir preparando los sentidos. Ubicadas dentro del Parque Nacional Iguazú, las Cataratas del Iguazú están formadas por 275 saltos, de los cuales el 80 por ciento de ellos están del lado argentino. El más alto (80 metros) y el de mayor caudal es la Garganta del Diablo. La zona se recorre caminando por las pasarelas o bien en lancha.
Hay en el mundo muchas cataratas famosas (las del Niágara entre Canadá y Estados Unidos o las de Victoria en la frontera de Zambia y Zimbabwe también son espectaculares), pero solo las que separan a la Argentina de Brasil y Paraguay están incluidas dentro de las siete maravillas naturales del mundo. Por eso, Cataratas del Iguazú es uno de los destinos turísticos más importantes del planeta. Y es, en gran parte, argentino.
COMO LLEGAR
En avión se puede llegar tanto a Posadas como a Puerto Iguazú, la ciudad que permite acceder a las Cataratas. En auto y desde Buenos Aires, a la capital de Misiones se accede por la Ruta Nacional 9 primero, empalmando luego con la Ruta Nacional 14.