Las Grutas, un oasis de aguas cálidas
Fundada hace 58 años, al principio fue el destino veraniego elegido por los rionegrinos, pero con las décadas se convirtió en un balneario muy demandado por turistas de todo el país. Los cerca de 25 grados de temperatura del agua de mar que baña sus costas en verano, producto del resurgir y el asoleamiento de las aguas procedentes de las corrientes cálidas del norte sobre las corrientes frías que vienen del sur, conforman un microclima muy atractivo para los amantes de la playa, pero no así de las tradicionales aguas frías del mar Argentino. Por otra parte, la pared de acantilados que rodean sus 10 kilómetros de playas le otorgan a Las Grutas, además del nombre (debido a las formaciones que provoca la erosión en las rocas), un marco inusual en nuestro país para los veraneantes playeros. A quienes no les preocupa –según parece, por el crecimiento constante de las cifras de turistas, que ya superan el medio millón cada temporada – que la bajamar deje al descubierto un piso pedregoso y algo resbaladizo que se hace necesario transitar, con mucho cuidado, para llegar hasta el oasis templado, algunos cientos de metros más allá. Por eso hay un dato muy importante, que tanto locales como visitantes tienen presente cada mañana: los horarios de las mareas. Porque así como la bajamar genera una playa ancha y un mar algo lejano, la pleamar deja una playa angosta que obliga casi a replegarse hasta el pie del acantilado.
Las Grutas (ubicada a 1.130 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires) forma parte del Área Natural Protegida Bahía de San Antonio, sobre la costa del imponente Golfo San Matías, en el este de la provincia de Río negro y dentro del municipio de San Antonio, del que, debido a su crecimiento poblacional y turístico, busca “independizarse”. Además de sus playas, el gran atractivo natural especialmente en verano, la zona alberga durante todo el año una gran diversidad de fauna marina, que puede ser apreciada de cerca en las excursiones de avistaje embarcado que se ofrecen allí y en la vecina San Antonio Este. Así, según la época del año, es posible tener contacto visual directo con delfines, lobos marinos, petreles, albatros, pingüinos y el plato principal, la imponente ballena Franca Austral, que se hace presente en el lugar entre agosto y octubre. Buceo, snorkeling, kayaking y paseos náuticos (por ejemplo, el que llega hasta la Isla Mejillón) completan la oferta en la materia.
Para los amantes de la pesca deportiva, se trata de un verdadero paraíso en el agua. Es que el abundante y variado ecosistema del Golfo San Matías permite la posibilidad de practicar tanto pesca costera como de altura. En el primer caso, las especies más características son el pejerrey (todo el año), el róbalo (más en otoño e invierno) y el sargo, el lenguado y el pez gallo, entre otras, en los meses de mayor temperatura. La Rinconada y El Sótano, en las Grutas, y La Conchilla, en San Antonio Este, son los lugares de más afluencia de pescadores, además de las playas del camino de la costa y Punta Villarino, cerca del puerto.
Los pescadores que prefieren embarcarse tienen a su disposición varias empresas que ofrecen este servicio, con salidas de entre 3 y 6 horas de duración y condicionadas por el clima. Salmón, mero, lenguado, besugo, cabrilla, raya y tiburón son las especies que más frecuentemente se consiguen, en profundidades que van de los 15 a los 80 metros.
Para todos los gustos
En cuanto a la oferta turística en general, la población estable, que se triplicó en solo quince años y hoy se ubica en torno a los 6.000 habitantes, en la temporada veraniega suma alrededor de 500 mil, que ocupan casi por completo sus más de 40 mil plazas (mayormente en casas, PH o departamentos en alquiler) durante enero y febrero. Son trece las bajadas hacia las playas –la ciudad se ubica unos doce metros por encima del nivel del mar–, desde las más concurridas y bulliciosas, las del Centro, cercanas al Casino, llenas de turistas, vendedores ambulantes y actividades organizadas en sus paradores, hasta las más alejadas y austeras, ideales para los amantes del silencio, la tranquilidad, la pesca, las caminatas y la contemplación del mar.
Se destaca entre ellas Las Coloradas, a más de 5 kilómetros del Centro, con una infraestructura sencilla pero útil, ubicada al pie de unas dunas en las que es habitual la práctica del sandboard. Cerca de allí se accede a un circuito para cuatriciclos, que se alquilan en el lugar. Para quienes tienen alguna experiencia en buceo, a 5 kilómetros de la costa se encuentra el Parque Submarino Don Félix, que cuenta con un arrecife artificial creado desde el hundimiento del barco Don Félix, en 2007. Otras playas atractivas y tranquilas, en las que pueden observarse de cerca a los lobos marinos y cuentan con buenos locales gastronómicos para degustar las delicias del mar, son las ubicadas en el Puerto de San Antonio Este, a 70 kilómetros de Las Grutas. La oferta gastronómica es variada en Las Grutas, pero su fuerte, naturalmente, está en los pescados y mariscos que se obtienen ahí nomás, y que por eso son frescos y apetecibles.
No solo playas
Fuera del agua, hay excursiones que permiten adentrarse en el siempre atractivo misterio de la Patagonia, donde cada región tiene su particularidad. Fuerte Argentino, por ejemplo, es un destino muy buscado, una meseta cuyos 40 kilómetros se recorren en vehículos 4x4 y con guías especializados. En la travesía, que sigue el camino de los pulperos (buscadores de pulpitos, típicos de la zona, durante la bajamar), se cuentan leyendas y se toma contacto con los personajes en cuestión. Al llegar a destino se pueden hacer caminatas, escaladas, snorkeling y otras actividades.
También lo son las Salinas del Gualicho, una depresión natural ubicada a 72 metros bajo el nivel del mar, 60 kilómetros al oeste de Las Grutas. Es el cuerpo salino más extenso de la Argentina, en el que funciona un centro de interpretación recientemente inaugurado donde se pueden conocer los aspectos productivos y geológicos del lugar, además de sus leyendas y misterios.