Durante todo el año pescadores de diferentes puntos del país se acercan a las lagunas de Buenos Aires en busca de los mejores ejemplares que ofrece  cada estación del año. Fanáticos en solitario o excursiones grupales, ya sea desde la costa o embarcados, preparan con dedicación su equipo y disfrutan desde muy temprano en la mañana esta actividad tan popular entre los argentinos.

A muy pocos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires se encuentran varias lagunas de fácil acceso y con buena oferta de servicios, como la laguna de Lobos, Chascomús, San Miguel del Monte, El Burro y Chis Chís.

Una salida ideal para disfrutar en familia, sobre todo cuando el clima comienza a ser más acogedor.

En el paraje rural Monasterio, ubicado en el Partido de Lezama, a menos de 150km de Capital Federal, se encuentra un pesquero clásico de la Ruta 2: la Laguna Salada. Con una profundidad máxima de 4 metros y una cubeta original de 450 hectáreas, se ubica a unos 7km de la ruta y rinde muy bien para la pesca en tiempos cálidos.

El lugar cuenta con espacio para acampar, fogones, sanitarios, botes y motores en alquiler.

Este pequeño espejo de agua suele ofrecer muy buenas jornadas de pesca, tanto en cantidad como en calidad. En temporada, la captura de pejerreyes atrae a multitudes de pescadores que van en busca de los ejemplares más grandes y combativos. Esta especie es susceptible a los cambios climáticos, lo que obliga al pescador a variar de estrategia constantemente. Con la llegada del calor, los pesqueros comienzan a ser ocupados por las especies de verano, entre ellas, la reina de las lagunas y ríos de Buenos Aires: la tararira.

La Salada de Monasterio es sin dudas un excelente destino para los amantes de la pesca deportiva.

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