Jujuy
De norte a sur, desde La Quiaca a la ciudad capital o Yala, o de oeste a este, desde la puna a la quebrada de Humahuaca o la zona selvática de las yungas, Jujuy es una provincia generadora de infinitos asombros. Tanto por las intensas diferencias entre sus zonas geográficas como por la belleza y color de sus paisajes o el testimonio de una enjundiosa tradición histórica. La imponencia de la orografía, la soledad de sus enormes desiertos o el salvaje verdor de su bioma boscoso cortan realmente el aliento. Todo allí es calmo pero a la vez sobrecogedor.
Tierra rica en historia y tradiciones, algunas de las cuales tienen raíces en los tiempos precolombinos, Jujuy es una provincia bella y colorida y con tan amplios contrastes en su geografía que, difícilmente, el viajero o turista no se subyugue con sus paisajes si, antes o después, no lo hace con su pasado. Ubicada en el extremo noroeste del país, y con más del cincuenta por ciento de su territorio por encima del Trópico de Capricornio, limita hacia arriba con Bolivia y con Chile al oeste. Está dividida en 16 departamentos, cada uno de los cuales tiene a su vez distintas ciudades, pueblos y parajes.
Los departamentos de Doctor Manuel Belgrano (donde se sitúa la ciudad capital, San Salvador de Jujuy), San Pedro, Ledesma y el Carmen reúnen un poco más de las tres cuartas partes de su población total, que es de 672.260 habitantes, según el censo de 2010, y representa el 1,68 por ciento de los habitantes de Argentina. En otro tiempo parte de su vecina Salta, logró su definitiva autonomía como provincia el 18 de noviembre de 1834.
Entre los recursos que mueven a su economía se destacan la fabricación de tabaco –sector que es el que más empleo provee a la población en el sector privado-, el procesamiento de caña de azúcar (en estos días se reinauguró el ingenio La Esperanza, que dará ocupación a 1500 personas), la explotación minera (canto rodado y caliza), la producción siderúrgica de Altos Hornos, que provee de aceros de alta calidad, y también la de fibra de algodón, aceites, cítricos, alcohol y papel. Otro sector importante de su economía es el dedicado a la elaboración de artesanías y la cría de ganado ovino y caprino (para las lanas y las leches) y del más típico de la zona como son las llamas, vicuñas y guanacos.
Desde el punto de vista de su relieve geográfico, Jujuy muestra cuatro zonas muy diferenciadas: la Puna, la Quebrada, los Valles y las Yungas. La primera de estas regiones, la Puna, es una alta meseta que forma parte de la cordillera de los Andes y ocupa por completo los departamentos de Susques, Rinconada, Santa Catalina, Yavi y gran parte de Cochinoca. Héctor Tizón, tal vez el mayor escritor que haya dado Jujuy, la define como “ese gran desierto lunar cálido y frío”. Y añade: “Este desierto, ultrajado cuando sopla el viento, hecho de estelas geológicas y de sal, eternamente silencioso, fue, sin embargo, en los tórridos días y en las altas noches el escenario de paso de séquitos imperiales, de zaparrastrosas tropas guerreras, de conquistadores extraviados y locos detrás de equívocas quimeras.” Para rematar: “Quien no conoce la vastedad de su silencio y de su soledad nunca podrá conmoverse.”
La Quebrada, lugar de maravilloso colorido y un pasado geológico de 600 millones de años, está ubicada en el centro de la provincia y comprende un conjunto de sierras separadas por profundos valles. Se extiende sobre los departamentos de Humahuaca, Tilcara y Tumbaya e integró el Camino del Inca, itinerario que recorrieron distintas etnias originarias de ese territorio. Hoy la Quebrada de Humahuaca ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. La región de los Valles, al sur, incluye a los departamentos de Doctor Manuel Belgrano, San Antonio, el Carmen, Palpalá y parte de San Pedro. Es un amplio bolsón templado, que reúne a gran parte de la población. Lo que se conoce como la zona de las Yungas (Santa Bárbara y parte de Ledesma y San Pedro) está sobre el borde oeste de la provincia y hacia el sur y expone un paisaje de sierras de una gran vegetación. El clima es cálido y subtropical allí. Las yungas son ecorregiones de bosque montañoso, húmedo, con clima nuboso, lluvioso y templado por lo general cálido durante el día. La palabra “yunga” parecería proceder del quechua donde significa “valle cálido”. El bioma de las yungas es fundamental para el equilibrio ecológico de Sudamérica.
Lugares imprescindibles
El departamento de Cochinoca, en el centro del país, es como una síntesis de la geografía jujeña, al punto que su cabecera, Abra Pampa, constituye como un nexo de unión entre los valles, la puna y las selvas. Territorio con localidades comerciales, agrícolas y ganaderas, tambos y huertas, incluye a Casabindo, pueblo fundado en 1602 por Pedro Zamora. Ese enclave, formado por viviendas hechas de adobe y techo de paja, en medio de una planicie amarronada, contrasta con su famosa y blanca iglesia, la llamada catedral de la Puna, levantada en 1690, en base a líneas de gran sencillez arquitectónica y bella suntuosidad en su interior, como lo prueban el púlpito, los altares y retablos realzados con cubiertas de oro. En sus paredes se ven también pinturas traídas desde el Cuzco, algunas de cuyas figuras recuerdan a los Ángeles Arcabuceros de la iglesia de Uquía, en la zona de la Quebrada de Humahuaca. En Casabindo se celebra la única fiesta taurina que existe en la Argentina, herencia como es obvio de la colonización española. Se llama el Toreo de la Vincha. La diferencia fundamental con los rodeos españoles es que aquí no se derrama ni una gota de sangre. El juego consiste en arrancarle una vincha al toro y quien lo logra la ofrenda a la Virgen.
Otra enorme fiesta popular que se concreta en diversos lugares de Jujuy es La Pachamama, un tributo místico y religioso a la “madre tierra” que se celebra, desde tiempos inmemoriales, cada 1º de agosto. La realización de ese festejo coincide en lo cronológico con el momento en que se abre el ciclo agrícola y los rastrojos se encuentran en barbecho para la siembra. El ritual, bautizado “corpachada”, consiste en cavar un pozo y ofrendarle a la Pachamama comida, coca, vino, alcohol, cigarros y chicha. Este ciclo de cierra seis meses después con los Carnavales, otra de las grandes celebraciones de la provincia, a principios de febrero, donde se desentierra al diablo de la buena suerte, que es símbolo de alegría y diversión. Las comparsas agradecen a la “madre tierra”, durante ocho días de baile, música e ingestión de bebidas, por los frutos otorgados y de paso le piden felicidad. La fiesta de la Pachamama se realiza en distintos países de la cordillera de los Andes. En Jujuy los lugares adonde concurre más cantidad de gente son La Quiaca, Maimará y Humahuaca.
El otro sitio de alto interés en la provincia es su ciudad capital, San Salvador de Jujuy, llamada “la tacita de plata”, que combina el movimiento propio de una urbe de importancia con una apacible quietud pueblerina y un paisaje de cerros como un imponente fondo visual. Situada entre los ríos Grande y Xibi Xibi, fue en otro tiempo un punto de encuentro estratégico de las rutas comerciales que venían del norte (Perú) y las del sur (Santiago del Estero y Tucumán). Por eso, ya desde el siglo XVI, se la consideró un valle altamente valorado. Entre los monumentos que ha proporcionado el legado histórico y su cuidadosa arquitectura, figuran la catedral, la iglesia de San Francisco (de 1618), la propia Casa de Gobierno (que exhibe las célebres esculturas de Lola Mora) y el Cabildo, declarado monumento histórico nacional. También están los museos dedicados al general Lavalle, en la casa donde se lo asesinó, y un obelisco que conmemora la epopeya del Éxodo Jujeño, que encabezó el general Belgrano en 1812.
Fuera de la ciudad capital, otro lugar de visita inexcusable es Yala, la hermosísima villa veraniega construida a 14 kilómetros de San Salvador de Jujuy, donde vivió hasta su muerte el escritor Héctor Tizón. Es un bello paraje en la montaña que sus habitantes han elegido por la intensidad de su vegetación y la existencia de aguas termales terapéuticas. En esa zona se encuentran también el Potrero de Yala, un parque de 4.300 hectáreas que integra la Reserva de la Biosfera de las Yungas, con seis lagunas principales asombrosas entre montañas, y la Quebrada de Reyes, en cuyo espacio se puede disfrutar de un hotel construido en 1938 y sus famosas aguas térmicas, recomendadas en especial para las enfermedades reumáticas.
Otro destino muy frecuentado en un viaje a Jujuy es la Quebrada de Humahuaca, en el departamento homónimo, un estrecho y árido valle montañoso de 155 kilómetros de largo y 13 de ancho, atravesado de norte a sur por el río Grande. Además de su valor como paisaje, la quebrada es una meta codiciada de cualquier itinerario cultural por los testimonios de su pasado histórico. En la ciudad de Humahuaca, fundada en 1594, las casas de adobe, las calles estrechas y empedradas, la presencia de antiguos portales de hierro y los antiguos faroles coloniales dan la sensación de que el tiempo se ha detenido. Otras localidades del departamento son Hipólito Yrigoyen, El Aguilar o Uquía (cuya iglesia tiene a los mencionados Ángeles Arcabuceros). En todas ellas hay iglesias, museos o monumentos que testimonian el valor histórico de estos lugares, en especial durante las luchas de la Independencia.
También es muy recomendable una travesía por el Parque Nacional Calilegua, el más grande del noroeste argentino. Con más de 79.000 hectáreas, esta extensión tiene el nombre de un antiguo cacique líder de una antigua cultura aborigen que habitó la región (300 a 400 años antes de Cristo). El parque está a diez kilómetros del centro de Libertador General San Martín, ciudad ubicada en el departamento del Ledesma, sobre el este de la provincia y en plena zona de las yungas. Otros dos lugares difíciles de eludir en una excursión que desee conocer la naturaleza esencial de Jujuy –y sin que esto signifique agotar las infinitas opciones que ofrece la provincia- son: Tilcara, dentro del departamento del mismo nombre, y Purmamarca, en el departamento de Tumbaya, más hacia el centro de la provincia.
Tilcara ha sido declarada municipio indígena y se la considera la capital provincial de la arqueología, porque cada vez que se excava se produce algún hallazgo de origen remoto. Ubicada en el corazón de la Quebrada de Humahuaca y a solo a 84 kilómetros de San Salvador de Jujuy, la ciudad sorprende por la belleza de sus cerros policromáticos. Además de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, el jardín botánico con plantas típicas, los museos que rescatan su poderosa historia cultural (el Regional de Pintura José Terry, el Arqueológico, el de las Ermitas, el de Escultura Ernesto Soto, etc,) y su propia y emblemática ciudad con sus viviendas de época, nadie podría dejar de apreciar el imponente Pucará de Tilcara, una monumental fortaleza levantada entre los siglos XIV y XV en piedra por los indios omaguacas. Hoy, después de las varias reparaciones que hicieron docentes y profesionales y que terminaron en 1948, exhibe sus reconstrucciones en 15 hectáreas de extensión, entre las cuales está el templo, los corrales para animales y el cementerio. Otra población digna de ser visitada en el mismo departamento es Maimará, cuyos cerros, por sus variados colores, forman la llamada Paleta del Pintor. De allí es originario el gran poeta Jorge Calvetti.
Punmamarca a su vez, con el Cerro de los Siete Colores como atractivo fundamental para los turistas, es un paisaje mágico. Sus construcciones datan del siglo XVII. Está en el departamento de Tumbaya. Aunque no pertenezca propiamente a la Quebrada de Humahuaca, sino a una transversal, es, por su encanto, uno de las localidades más frecuentadas por el turismo que viaja a Jujuy.