Gales en la Patagonia
Desde hace más de 150 años, cuando llegaron los primeros inmigrantes, la cultura galesa tiene presencia en tierras patagónicas. Lejos de su lugar de origen, con un clima similar pero costumbres diferentes, los colonos se establecieron y hoy hay dos destinos turísticos de los que son orgullosos y principales anfitriones: Gaiman y Trevelin.
Separadas por 610 kilómetros, Gaiman y Trevelin representan cabalmente la presencia de los galeses en la Patagonia argentina. La historia comenzó a principios de la década de 1860, cuando dentro de un plan de expansión de Gales en el mundo, sus responsables pusieron el ojo en el sur de nuestro país que, además de algunas similitudes con el paisaje galés, buscaba ser poblado. Así, le fueron cedidas 260 hectáreas al sur del río Chubut para establecerse. El 28 de julio de 1865, a bordo del Mimosa, un velero de gran porte, un grupo de 56 adultos casados, 33 solteros o viudos, 12 mujeres solteras y 52 niños desembarcaron en el Golfo Nuevo y desde allí se trasladaron hasta el destino preestablecido, donde fundaron la ciudad de Rawson.
Con los años, se fueron adaptando a la zona, mejorando la convivencia con los originarios tehuelches y estableciéndose definitivamente. Fundaron Trelew y Puerto Madryn y otros pequeños pueblos y empezaron a expandirse hacia la montaña. Hoy se estima que la comunidad galesa en la Argentina se compone de unas 70.000 personas, que mayormente profesan las religiones protestante, presbiteriana y bautista en sus propias iglesias, y de las cuales al menos el 10 por ciento tiene al galés como idioma materno y otras 25.000 personas lo consideran su segunda lengua, en una suerte de dialecto patagónico llamado Cymraeg y Wladfa.
De esa presencia galesa en territorio chubutense, Gaiman (en el este, a 17 kilómetros de Trelew) y Trevelin (en la montaña, a 22 kilómetros de Esquel) son sus destinos turísticos más representativos.
Esto es porque ambas conservan costumbres, creencias religiosas y actividades culturales de sus ancestros y los siguen transmitiendo de una generación a la otra. Entre ellos, el amor por el té, un ritual único que acompaña la infusión con tortas, panes, sándwiches, dulces, budines y otras especialidades, con recetas originales que se mantienen inalterables desde hace siglos. Se sirve por lo general entre las 15.30 y las 20 horas y equivale cómodamente a una comida abundante. Y también la torta galesa, una especialidad exquisita que, dicen, puede durar “hasta cien años” si está debidamente conservada, algo que se explica, quizá, por la buena cantidad de licor que lleva, solo uno de sus múltiples ingredientes.
Los encantos de Gaiman
Las capillas Seion, Bry Crwn, Salem, Bethseda, Bethlehem, Nazareth Glan Alaw y Bethel, todas del siglo XIX, marcan la presencia galesa en este pueblo de 4.000 habitantes que tienen como gran acontecimiento histórico la visita de Diana Spencer, princesa de Gales, que tomó el té allí en la hoy famosa Ty Te Caerdydd el 25 de noviembre de 1995. En Gaiman, Lady Di es recordada por todos los pobladores todos los años, en el día del aniversario de su muerte. Por otra parte, todos los 28 de julio se celebra la Gwyl Glaniad o Fiesta del Desembarco, en homenaje a los pioneros.
Entre los atractivos más visitados del lugar se encuentran el Museo Regional Galés, ubicado en la vieja estación de trenes; el Museo Antropológico y la Primera Casa de Gaiman, que pueden visitarse previa solicitud, y el ex Túnel del Ferrocarril. También es interesante conocer el Parque El Desafío, con atracciones construidas exclusivamente con elementos reciclados. Y, muy especialmente, el Geoparque Bryn Gwyn, un parque paleontológico que muestra evidencias de un pasado atlántico, lleno de piezas arqueológicas y réplicas de criaturas fósiles halladas en la zona, todo cobijado bajo pirámides de cristal. Está situado a unos 8 kilómetros del pueblo.
A 19 kilómetros al oeste de Gaiman se encuentra Dolavon, una aun más pequeña población nacida de inmigrantes de distintas nacionalidades que se asentaron en la zona, aunque en su mayoría eran descendientes de aquellos galeses que llegaron en el Mimosa. Su nombre en el idioma de origen significa “prado junto al río” y sus mayores atractivos son las norias que suben agua del canal, y el molino harinero, el único que queda en pie en la zona, creado a fines del 1800 y que funcionó hasta 1940. Hoy se levantan allí un museo y un restaurante, pero es posible ver cómo sigue elaborando harinas, aunque ahora solo para ser utilizada en el restaurante La Molienda.
Trevelin, el pueblo del molino
Rodeada de montañas, se encuentra en un valle al que los colonos galeses denominaron en su lengua Cwm Hyfryd (“valle hermoso”), pero al momento de fundar el pueblo, en 1885, lo bautizaron Trevelin, que en galés significa “pueblo del molino”. Justamente, el Molino Museo Nant Fach es uno de los destinos tradicionales del lugar. También lo es el Museo Histórico Regional, que se levanta en el predio de la Barraca Lahusen, y ofrece exposiciones con elementos de la historia del municipio; indumentaria y accesorios; armas blancas y de fuego; música e instrumentos; muebles, fotografías y pertenencias de las familias pioneras; objetos religiosos, e importantes piezas paleontológicas de la zona.
El Lago Baguillt y las cascadas Nant y Fall (en el Arroyo de los Saltos, desagüe del Lago Rosario en su trayecto hacia el río Futaleufú, a unos 17 kilómetros del pueblo) son dos atractivos naturales de la zona, mientras que la comunidad mapuche del Lago Rosario representa una visita obligada por sus artesanías y comidas típicas. Trevelin y sus alrededores también es destino interesante para paseos al aire libre y safaris fotográficos, trekking, cabalgatas, deportes náuticos en el río Grande, y pesca deportiva en sus lagos, ríos y arroyos.
El Complejo Hidroeléctrico Futaleufú es un atractivo diferente a los habituales, donde parece haber una sana convivencia entre esta imponente obra de ingeniería y el medio natural en la que está enclavada. Según los materiales turísticos difundidos por la provincia, especies de flora autóctonas del Bosque Andino Patagónico encontraron en los alrededores de esta represa un hábitat ideal donde desarrollarse y embellecer el paisaje. Además de la represa, se puede visitar la Feria Artesanal, con abundantes piezas de alfarería, tallas en madera, tejidos y productos comestibles, elaborados por artesanos locales.
El Parque Nacional Los Alerces, a pocos kilómetros de Futaleufú, es uno de los mayores atractivos de la zona, de la Patagonia toda y podría decirse también del país. Fue creado hace 80 años y es uno de los más grandes Parques de la Argentina. En sus 263 mil hectáreas cuenta con árboles de más de 2.000 años, lagos de diversas dimensiones, ríos, cascadas, arroyos y glaciares. Tiene más de veinte senderos peatonales, numerosos caminos vehiculares y sendas habilitadas para caballos y bicicletas. Además, alberga especies amenazadas de extinción como el huemul, el pudú, la paloma araucana y el gato huiña.