El rafting es aventura y diversión

Turismo

La oferta en la Argentina es diversa. Hay ríos para desarrollar esta disciplina de sur a norte y con distintos niveles de dificultad. Combina adrenalina y disfrute en familia. Cómo se practica, qué hace falta y cuáles son los destinos más populares.

Navegar sobre ríos rápidos, con aguas bajando a buena velocidad, es una actividad en constante crecimiento en la Argentina, que tiene mucho por ofrecer en la materia. También conocido como balsismo (porque los descensos grupales suelen hacerse en embarcaciones tipo balsa), el rafting combina dosis de adrenalina con otras tantas de diversión y lo hace un deporte ideal para compartir en familia o entre amigos.

No exento de cierto riesgo, el rafting tiene varias categorías, que corresponden al nivel de dificultad de estos “ríos de aguas blancas” (llamados así por la espuma que produce el rápido descenso de esos cursos) en los que se lo practica. Los de clase I son de olas pequeñas y poca turbulencia; los de clase II presentan pequeños remolinos; los de clase III ya requieren de cierta técnica porque son las aguas turbulentas y las olas más grandes; los de clase IV presentan mayores dificultades, por lo que no puede ser navegado por personas inexpertas; los de clase V son exclusivos para expertos, y los de clase VI son prácticamente imposibles de navegar.

Las salidas grupales, por lo general de entre 6 y 8 personas, requieren de un guía, el timonel, que se ubica en la parte trasera de la embarcación junto con las personas con algún tipo de experiencia; en el medio se ubican los inexpertos, y adelante los que tienen algún conocimiento y fuerza de brazos para manejar los remos. El único requisito es que todos sepan nadar, y el objetivo remar, balancear el peso y coordinar los movimientos para lograr que la embarcación se mantenga a flote. El equipo básico, por lo general provisto por las empresas que ofrecen este servicio turístico, además de la balsa o gomón y los remos incluye chaleco salvavidas, casco, chaqueta seca y en algunos casos traje de neopreno. El timonel, por su parte, va provisto de otros elementos de seguridad para afrontar cualquier contingencia.

 

Dónde practicarlo

Son varios los ríos argentinos, desde el extremo sur hasta el extremo norte del país, mayormente en zonas de montaña, donde se puede practicar esta disciplina. Hay posibilidades recreacionales, con bajadas de poco más de una hora de duración, hasta desafíos mayores, que pueden demandar un par de días e incluir, por ejemplo, recorrer parte de la travesía a caballo. Aquí, algunos de los más populares:

 

Río Atuel (Mendoza)

Se practica en Valle Grande, a unos 40 kilómetros de San Rafael. El río, que presenta un nivel de dificultad que va de clase II a clase III, es navegable durante todo el año, pero es más atractivo en los meses de verano por su mayor caudal. Los recorridos son de 6, 10 o 16 kilómetros.

 

Río Juramento (Salta)

Con un nivel de dificultad clase III, es uno de los grandes atractivos del Embalse General Belgrano, conocido mayormente como Dique de Cabra Corral. El espejo de agua se encuentra a unos 65 kilómetros de la ciudad de Salta, en los Valles Calchaquíes, y ofrece, en combinación con el rafting o por separado, otras disciplinas de turismo aventura como trekking, escalada, mountain bike, cabalgatas, canopy y bungee jumping.

 

Río Aluminé (Neuquén)

Al norte de la provincia, en la zona de la ascendente Villa Pehuenia, este río caudaloso ofrece alternativas de rafting clases II y IV. Mientras los expertos utilizan el tramo superior del río, las familias y personas con menor experiencia lo hacen río abajo en la zona de Abra Ancha. Como atractivo extra, en el mes de febrero se realiza el Campeonato de Rafting para Turistas, en las categorías individual y grupal. En el tramo superior del río se celebran competencias nacionales de la especialidad.

 

Río Manso (Río Negro)

En Bariloche, declarada Capital Nacional del Turismo de Aventura, este curso de agua que atraviesa el Parque Nacional Nahuel Huapi ofrece tres alternativas para la práctica del rafting, ya que en sus tramos superior, medio e inferior presenta niveles de dificultad diferentes para su navegación. La opción más accesible es la de su tramo inferior, que nace en el lago Steffen. El recorrido, que incluye una visita a la laguna Huala-Hue y al lago San Martín, permite visualizar árboles como el cohiue, el ciprés, el maitén y el arrayán, y aves como el alción (el popular martín pescador) y la bandurria.

 

Río Corcovado Alto (Chubut)

En la zona de Trevelin, próxima al Parque Nacional Los Alerces, es el destino de rafting más frecuentado de la región. El río, que desagua en el Pacífico, presenta tramos de clases II y III. Además de esta actividad, la ciudad de Corcovado, cercana a la frontera con Chile, es una excelente alternativa para los amantes de la pesca en los lagos Guacho, Falso y Vintter.

 

Río Iguazú Inferior (Misiones)

El recorrido arranca en Puerto Macuco, a donde se llega a bordo de vehículos 4x4 que atraviesan la selva. La navegación, con un nivel de dificultad clase II, se hace en lancha, recorriendo 2 kilómetros de rápidos que desembocan en el cañón de la Garganta del Diablo. Una versión diferente del rafting, cargada de adrenalina y vistas espectaculares.

 

Otros destinos: río Bermejo (Los Toldos, Salta), clases III y IV; río Lipeo (Parque Nacional Baritú, Salta), clases III, IV y V; río Iruya (Isla de Cañas, Salta), clases IV y V; río Mendoza (Potrerillos, Mendoza), clases III y IV; río Grande (Malargüe, Mendoza), clases II, III y IV; río Futaleufú (Chubut), clases IV y V; río Diamante (San Rafael, Mendoza), clases IV y V; Saltos del Moconá (Misiones), clase III; río Jáchal (Rodeo, San Juan), clases III y IV; río Quequén Grande (Necochea, Buenos Aires), clase III; río Chimehuin (Junín de los Andes, Neuquén), clase III. 

 

Fotos: Shutterstock