El Cruce de los Andes, turismo histórico y de aventura
La tendencia tiene unos años pero este 2017, al cumplirse el bicentenario del Cruce de los Andes que inició el proceso de emancipación definitiva de nuestro país, la actividad turística que emula y homenajea la gesta liderada por el general José de San Martín (cuya muerte se conmemora este mes) generó un aluvión de interesados. El aniversario también sirvió para que la provincia de Mendoza anunciara el reacondicionamiento con fines turísticos de las Rutas Sanmartinianas, en conjunto con el Ministerio de Turismo de la Nación y la Municipalidad de Las Heras. Se prevé, en una primera etapa, poner en valor tres sitios sanmartinianos ubicados en el municipio: la Capilla Histórica, las paredes del Monumento de Canota, lugar donde se dividieron las columnas del Ejército, y el Campo Histórico El Plumerillo, donde funcionó el campamento base de las tropas libertadoras. Los trabajos incluyen la restauración de elementos ya existentes, la construcción de monolitos, el diseño y colocación de sistemas de señalética y la ubicación de áreas de recepción turística.
Más allá de su valor histórico, el Cruce de los Andes implica una pausa inevitable de la vorágine urbana, un encuentro cercano con la naturaleza y con uno mismo, y una buena dosis de turismo aventura con tracción a sangre. La travesía a lomo de caballo o de mula dura entre seis y doce días, arranca en Mendoza o San Juan y termina por lo general en Santiago de Chile y cuenta con guías especializados y baqueanos que conocen el lugar como nadie. No es requisito ser un jinete experimentado ni gozar de un estado físico privilegiado. Sí hay que tener en cuenta que la amplitud térmica puede llegar a los 40 grados (entre los -10º y los 30º), que se llega a una altura cercana a los 5.000 metros sobre el nivel del mar, que se duerme en carpa, que no hay baños confortables y que una vez que empieza, no se puede volver atrás.
Una travesía tipo de seis días y cinco noches comienza con el traslado desde la ciudad de Mendoza hasta el Manzano Histórico y luego al Refugio Portinari de la Gendarmería Nacional. Allí el contingente se reúne con los guías y baqueanos y realiza los trámites de aduana. Luego, arranca la expedición propiamente dicha y al caer la tarde se prepara el campamento para pasar la primera noche en la montaña. El segundo día suele ser el de mayor esfuerzo físico, ya que insume unas ocho horas de travesía arriba del caballo. Por lo general se hace noche en el Refugio Real de la Cruz, en el valle del río Tunuyán, un refugio de piedra del Ejército. Después de una jornada intensa, viene el tercer día, de descanso, muchas veces utilizado para “estirar las piernas” y conocer más del lugar. El día 4 se cruza el río Tunuyán, se sigue hasta el mirador del Volcán Tupungato y luego, bordeando el río Palomares, hasta El Caletón, donde se arma el campamento para pasar la noche en carpa. El quinto día es el de llegada al límite internacional con Chile, donde por disposiciones sanitarias se dejan los caballos para tomar nuevos animales del otro lado de la frontera natural. De allí, al río Plomo, donde finaliza la travesía, y luego, ya a bordo de vehículos todo terreno, al Cajón del Maipo, costeando el Embalse del Yeso. Después de cuatro noches en la montaña, en el pueblo de San Gabriel los viajeros se instalan en una posada. Al día siguiente, traslado a Santiago de Chile.
Los programas turísticos, que cuestan mayormente entre 1.200 y 2.000 dólares, incluyen todos los traslados (menos el viaje a Mendoza y el regreso desde Santiago); la noche de alojamiento en Chile; el alojamiento en tiendas de campaña (carpas tipo iglú en base doble o triple) o, de ser posible, en el refugio Real de la Cruz; todas las comidas y bebidas en la montaña; equipo completo de campaña; guía instructor profesional, baqueanos y arrieros; caballos mansos con sus monturas; transporte de equipo personal en caballos (hasta 10 kilos por persona); alforjas; equipo de primeros auxilios; telefonía satelital (solo para emergencias).
Los viajeros deben llevar o hacerse cargo de bolsa de dormir, colchoneta, equipo personal, comidas no previstas en el programa, bebidas en los restaurantes, gastos personales (llamadas telefónicas, propinas, lavandería, etc.), gastos de rescate, gastos médicos o de evacuación aérea y seguro o asistencia médica.
En general se recomienda llevar sombrero de ala ancha; campera cortavientos; ropa abrigada; campera impermeable; ropa interior térmica; gorro y guantes de lana; bolsa de dormir para temperaturas de hasta -10ºC; pantalones amplios; camisas de manga larga; varios de medias; remeras; 2 pares de zapatillas deportivas cómodas; pañuelo para el cuello; polainas o chaparreras para montar: guantes para montar; frazada; medicamentos específicos; documento de identidad; botella plástica o cantimplora; linterna y pilas; anteojos de sol; gotas para los ojos; crema protectora factor 30 o mayor; crema humectante; protector labial; crema de ordeñe para posibles paspaduras; elementos para higiene personal.
Un poquito caminando…
Para los más osados, está la opción de hacer trekking para concretar el Cruce. Para realizar esta actividad es necesario tener un buen estado físico, tanto aeróbico como de resistencia, no tener problemas cardíacos, circulatorios o respiratorios, ni problemas de rodillas y articulaciones. Para ser aceptados en la travesía, hay que completar una exhaustiva ficha médica en formato de declaración jurada.
La expedición se hace íntegramente a pie, excepto el cruce del río Tunuyán, y es similar a la travesía tipo detallada anteriormente. La diferencia, además de la extensa caminata, es que cada viajero debe cargar consigo todo su equipaje en el último tramo, que es la parte chilena del viaje. El costo de este periplo de 6 días y 5 noches parte de los 900 dólares.