El Chaltén, capital del trekking
Con apenas 32 años de vida y algo más de 1.600 habitantes, en 2015 fue elegido como el segundo mejor destino del mundo para conocer, según la prestigiosa guía turística Lonely Planet. Y si bien durante algunos años fue el secreto mejor guardado de la Patagonia, ya figura en la agenda de amantes de la montaña de todo el planeta. De octubre a mayo –los meses en los que el clima, aun fresco, permite disfrutar de más horas de luz al aire libre–, los caminantes tienen su agosto: variedad de senderos de diferentes distancias y niveles de dificultad aseguran la contemplación de lugares únicos y la certeza de que el concepto “contacto con la naturaleza” no es un eslogan.
El Chaltén está ubicado dentro del Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz, y al pie del cerro Fitz Roy, cuyo nombre en tehuelche es, precisamente, Chaltén y significa “montaña humeante”. Sin aeropuerto, se accede vía terrestre mayormente desde El Calafate, ubicada 215 kilómetros al norte, un viaje que en micro demanda alrededor de tres horas. Al llegar al pueblo, un valle encantado rodeado de la cordillera imponente, se comprueba que una vida mejor es posible. Eso sí, sin celulares, porque la señal escasea. Quizá sea, esa desconexión, lo que el visitante eligió a la hora de poner proa a este destino.
La “capital nacional del trekking” debe su mote a que el senderismo es la actividad más frecuente de El Chaltén, con numerosas vías para satisfacer a caminantes de distintos gustos y de todo el mundo. Las sendas están dentro del Parque o bien en propiedades privadas, pero todas ellas bien señalizadas y transitables en los meses sin nieve, aunque siempre hay que tener en cuenta el cambiante clima patagónico y estar preparado para diversas contingencias. Hay caminatas de variada extensión, tiempo y exigencia. Pueden demandar desde 40 minutos hasta una semana, de dificultad cero a buena experiencia en montañismo, la mayoría autoguiadas pero también las que requieren la compañía de un baqueano para mayor seguridad.
Se hace camino al andar
El sendero que lleva a los miradores Los Cóndores y Las Águilas es el más corto y sencillo. Se asciende en un desnivel de unos 100 metros en aproximadamente 40 minutos. Desde lo alto se observa todo el pueblo y una hermosa vista panorámica de los cerros Adela, Torre y Fitz Roy y del valle del Río de las Vueltas. Un poco más allá, otro mirador permite contemplar el majestuoso lago Viedma. Otras caminatas cortas son las que llevan al Chorrillo del Salto, a la Cascada Margarita y al Cañadón del Río de las Vueltas.
Con un poco más de tiempo y esfuerzo, el sendero hasta la Laguna Capri, que se recorre en alrededor de 2 horas, es uno de los más populares y disfrutables sin una gran exigencia física, aunque la subida en un desnivel de 200 metros es algo intensa para quienes no están habituados a la actividad física. El destino es un espejo de aguas azules rodeado de especies nativas del bosque andino patagónico desde donde se tiene una hermosa vista del macizo del Fitz Roy. Hay un camping agreste en el que se puede hacer noche. Un tiempo y esfuerzo similares presenta la caminata hasta la Piedra del Fraile, desde donde se accede al Lago Eléctrico y en la que se tiene una vista parcial del glaciar Pollone, al que se llega después de otras dos horas de caminata de dificultad media.
Aunque es necesario contar con más tiempo, la visita a la Laguna Torre bien vale la pena. El sendero conduce primero al cordón Adela y el impactante cerro Torre, donde se ubica el campamento base De Agostini. De dificultad moderada y un desnivel de 200 metros, después de 4 horas el viaje culmina en la Laguna Torre, de inusual belleza.
Finalmente, entre los senderos que pueden recorrerse en el día, quizá el más popular: el de la Laguna De los Tres, de dificultad media, 700 metros de desnivel y unas 5 horas de subida. El premio al esfuerzo es poder apreciar las vistas más grandiosas del macizo del Fitz Roy y acceder al lugar más próximo a las majestuosas paredes del Fitz Roy.
Actividades organizadas
El Chaltén también ofrece la posibilidad de conocer sitios más recónditos y de difícil acceso, sea por las características del terreno, por las exigencias físicas o por el tiempo que demanda la empresa, para los que hay guías que se encargan de que todo salga bien. La travesía a Laguna Toro y Paso Del Viento, por ejemplo, que requiere de 2 días intensos pero altamente disfrutables. O la llamada Vuelta al Huemul, que partiendo de El Chaltén llega a Paso del Viento, luego a Paso Huemul y regreso al punto de partida, para lo que hacen falta entre 3 y 4 días de marcha. Para los más osados y preparados, la conocida como Travesía en el Hielo Patagónico Sur, con acceso a pie a los glaciares y de al menos 7 días de duración.
Menos extremas, hay otras excursiones organizadas, como la navegación hasta el Glaciar Viedma (el más grande del Parque Nacional Los Glaciares), desde donde se puede practicar una caminata de aproximación a esa enorme mole helada. También se puede contratar la navegación en el Lago Del Desierto; la caminata al cerro Vespignani; el cruce desde la Punta Sur hasta la Punta Norte, desde donde se pueden realizar varias caminatas o cruzar a Chile hacia Villa O'Higgins; practicar rafting en el Cañadón del río De las Vueltas, o visitar el Bosque Petrificado La Leona, ubicado a mitad de camino de El Calafate, entre otras. Además, hay otras actividades como pesca deportiva, cabalgatas, paseos en mountain bikes, escaladas de bloque (bouldering), etc.
A diferencia de otros paraísos patagónicos, donde predomina el arte de la contemplación, para lograr ese estado en El Chaltén es necesario al menos un poco de esfuerzo. La recompensa es enorme.