El arte de la pesca con mosca
Se practica desde hace siglos pero en las últimas décadas tuvo un desarrollo mucho mayor que en toda su historia. Esta actividad, que requiere de tiempo, paciencia, destreza y buena información previa, tiene en la Patagonia argentina uno de los mejores escenarios para desplegar su arte. A diferencia de la tradicional, y en consonancia con otros pocos estilos, la pesca con mosca necesita de conocimientos más específicos, habilidades manuales y práctica. Mucha práctica para que la mosca vuele y caiga sobre la superficie del agua como acariciándola.
La mosca es un señuelo artificial que se utiliza para atraer a los peces, especialmente a los depredadores. Usualmente se confeccionan artesanalmente con hilos, plumas y otros materiales naturales o sintéticos, pero sin agregar más peso que el necesario; deben ser livianas. Por lo general lo que se busca es imitar la forma de insectos, crustáceos o peces pequeños, de tal forma que funcionen como carnada para las potenciales presas. Es el caso de la técnica más habitual, la pesca con mosca seca. También está la pesca con ninfa, que consiste en utilizar señuelos que imitan las larvas de las moscas; son más gruesos que los anteriores. Y la pesca con streamers, que imitan peces o crustáceos pequeños y son los más sencillos, livianos y de menor tamaño. De acuerdo a sus diseños, las moscas son imitadoras o atractoras, según se trate de engañar a la presa por la similitud del señuelo con el modelo original o por llamar su atención con tamaños, formas o colores infrecuentes, respectivamente.
Otra característica de este tipo de pesca deportiva es, justamente, ese carácter. Buena parte de los peces capturados en lagos o ríos patagónicos, por ejemplo, deben ser devueltos a las aguas, en lo que se conoce como catch and release. O bien hay un máximo de ejemplares o de tamaño y/o un mínimo de peso para poder conservar los peces obtenidos. El equipo necesario para practicarla incluye cañas flexibles y livianas de entre 2 y 3 metros de largo, en general de bambú, grafito, fibra de vidrio o carbono o aleaciones, además de líneas y carretes especiales.
En cuanto a las especies que mejor resultan para la actividad, algunas de las más adecuadas que se pescan en la Argentina son trucha, salmón, dorado y tararira. También se puede utilizar con peces de agua salada, pero no es lo más frecuente. Si bien todo empezó con la dificultad de pescar truchas en los espejos de agua de la alta montaña, cristalinos y de poca profundidad, hoy la actividad se desarrolla en diferentes escenarios y en busca de diversas especies.
Dónde practicarla
La Patagonia sigue siendo el destino por excelencia de la pesca con mosca. Así se la considera a nivel mundial, y no son pocos los aficionados extranjeros que viajan al sur de nuestro país exclusivamente para practicarla. La abundancia de peces y la buena salud de las aguas nació hace un siglo, primero con la visión del perito Francisco Pascasio Moreno, que propuso la idea de sembrar los lagos y ríos de la Patagonia con ejemplares jóvenes de trucha arco iris y marrón traídos de los Estados Unidos y Europa, que se adaptaron y reprodujeron veloz y copiosamente. Luego, algunas políticas protectoras del medio ambiente, que compiten cuerpo a cuerpo con proyectos extractivistas contaminantes, lograron mantener lagos y ríos en buen estado, lo que en parte explica el auge turístico de la actividad en la región.
Chubut y Neuquén, con su abundancia en lagos y ríos, son las provincias más visitadas. Varios de los lugares mayormente elegidos se encuentran dentro de parques nacionales. En Chubut, así ocurre en el Parque Nacional Lago Puelo y, más al sur, en el Parque Nacional Los Alerces, donde se practica en las lagunas Larga y Martillo. Cerca de allí, en cercanías de Esquel y Trevelin, el pintoresco pueblo galés, se pesca con mosca en el río Futaleufú y en los lagos Rosario, Baguilt y Greda.
En Neuquén son varios los destinos para los buscadores de truchas (en sus variedades arco iris, marrón y fontinnalis o trucha de arroyo) y salmones. En torno a las localidades de Villa La Angostura, Junín de los Andes, Copahue-Caviahue y Picún Leufú hay una amplia oferta de lagos y ríos donde practicar la pesca con mosca: entre los primeros, Nahuel Huapi, Traful, Huechulafquen (en el Parque Nacional Lanín, al pie del volcán), Lacar, Paimún, Curruhué, Meliquina, Lalog y Tromen, y entre los segundos el Limay Medio, el Manso, el Correntoso, el Collón Curá, el Malleo, el Chachín y el Chimehuín.
Mucho más al sur, en los confines de la Argentina, también Tierra del Fuego tiene un destino de alta gama, el río Grande, considerado a nivel mundial por los especialistas como el mejor escenario para la pesca de sea trouts. Se trata de una variedad de trucha marrón que habita en cursos de agua dulce que desembocan en el mar. Esta característica hace que el peso de estos ejemplares llegue a superar los 10 kilos. El río Ewan y la laguna Bombilla son otros dos destinos disponibles en territorio fueguino. En la vecina Santa Cruz se practica principalmente en los ríos Gallegos y Santa Cruz.
Más allá, o más acá, de la Patagonia, la Argentina ofrece otros lugares para la pesca con mosca. En la provincia de Córdoba, por ejemplo, se pueden obtener truchas en ríos y arroyos de las regiones de Calamuchita, Traslasierra y Pampa de Achala. Mendoza, Santiago del Estero y Buenos Aires también son provincias donde se practica esta actividad. Pero son las del Litoral las que en los últimos años vieron incrementar el número de visitantes en busca de nuevas emociones y otras especies además de las conocidas. Pejerreyes, tarariras y, especialmente, dorados, entre otros, son codiciados por los aficionados del país y del extranjero.
Así, en las aguas del Paraná, el Bermejo, el Dulce, el Uruguay y hasta en los Esteros del Iberá es cada vez más frecuente la presencia de pescadores con mosca en busca de dorados pero también de surubí, boga, patí, pacú y otros peces. Localidades como La Paz, en Entre Ríos; Paso de los Libres, en Corrientes, o Montecarlo, Puerto Esperanza y Puerto Rico, en Misiones, son puntos de salida a la aventura. Lo mismo ocurre en otras provincias como Santa Fe y Chaco. Y hasta en Salta, donde se pescan truchas y dorados en las aguas del Parque Nacional Baritú.
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