Las “aguas brillantes” (tal el significado de “iberá” en guaraní) son el segundo mayor humedal del mundo, después del Pantanal brasileño, boliviano y paraguayo. Según el Convenio de Ramsar, una convención realizada en Irán en 1971 para tratar exclusivamente este tema, se entiende por humedal “una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan”. En el caso de los esteros del Iberá cubren unos 19 mil kilómetros cuadrados (que pueden ser más o menos de acuerdo a las condiciones climatológicas), con islas, esteros, bañados, lagunas y ríos.

Gran parte de los esteros fueron considerados Reserva Natural Provincial en 1983, luego de décadas en las que la zona fuera objeto de proyectos industriales que podían poner en riesgo su conservación. A fines de 2015, la viuda del magnate ambientalista estadounidense Douglas Tompkins donó a la Nación 150 mil hectáreas de la zona que eran de su propiedad para que se cree el Parque Nacional Iberá. Tompkins se hizo famoso por comprar tierras desprotegidas en Chile y Argentina para luego devolverlas a condición de que se establezcan reservas naturales, aunque no ha quedado exento de críticas por parte de los productores locales que han denunciado “ambigüedad” en sus intereses.

Como sea, los esteros del Iberá conforman un ecosistema riquísimo. Hay jardines flotantes de irupés, camalotes y aguapés e islas flotantes en las que hasta crecen árboles, como algunas especies de palmeras. Con respecto a la fauna, alguna de la cual fue depredada, se pueden ver carpinchos, ciervos, nutrias, anaconda y yacarés, entre otras. Pero quienes más disfrutarán serán seguramente los fanáticos de las aves, ya que más de 350 especies habitan la zona.

Una de las puertas de entrada a los esteros es la pequeña localidad Colonia Carlos Pellegrini, ubicada en una península que se mete dentro de la laguna del Iberá. Tiene apenas 890 habitantes según el Censo de 2010. De más está decir que el pulso de este paraje rural está marcado por el turismo, con una variada oferta de alojamientos y de excursiones.

El clima es templado, cálido y húmedo, con inviernos suaves (aunque por la noche baja muchísimo la temperatura) y veranos muy calurosos. La época de lluvias se registra en verano y otoño. Según el municipio de la Colonia, los mejores horarios para observar la fauna son la primera hora de la mañana y el atardecer, por lo que quienes quieran disfrutar bien del lugar deberán hacer el esfuerzo de madrugar.

Cómo llegar
El aeropuerto más cercano es el de Posadas, que queda a 200 km. Los micros regulares llegan hasta la localidad de Mercedes, desde donde parten servicios de minibuses que hacen los 120 kilómetros de ripio que la separan de Colonia Carlos Pellegrini. En auto se puede llegar a Mercedes por la ruta nacional 14 y la 119, pero debe tenerse en cuenta que desde allí hasta la Colonia no hay estaciones de servicio.