Ciudad de Tucumán: una visita a la historia
Como Buenos Aires, San Miguel de Tucumán fue fundada dos veces, pero en diferentes lugares. La primera, el 31 de mayo de 1565, estuvo a cargo de Diego de Villarroel y el sitio elegido fue Ibatín, a 60 kilómetros del emplazamiento actual, cerca de la ciudad de Monteros. La segunda, y definitiva, se produjo en 1685, cuando por la resistencia del pueblo Solco las autoridades españolas decidieron su traslado a La Toma, cerca del cauce del río Salí, hoy pleno casco histórico de la ciudad. Pero la historia grande, claro, se empezó a escribir más de un siglo después, el 9 de julio de 1816, con la Declaración de la Independencia, que inició el tramo final de la emancipación definitiva de España.
La Casa de la Independencia es, justamente, uno de los atractivos de la ciudad. La construcción, de fines del siglo XVIII, con los años fue sufriendo demoliciones y remodelaciones. A tal punto, que de aquella casona original solo queda el Salón de la Jura. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1941, fue reconstruida por el arquitecto Mario José Buschiazzo y desde entonces es sede del Museo de la Independencia Argentina. Allí, en sus muestras permanentes, pueden observarse objetos del período colonial, de las guerras de la Independencia y del siglo XIX. Y en sus dos patios, añosos ejemplares de jazmín de leche, arrayán, jazmín paraguayo, lapacho rosado, naranjo agrio, algarrobo blanco, etc. El museo cuenta con personal bilingüe, biblioteca y fototeca, archivo y talleres educativos. Cuando cae el sol, ofrece el espectáculo “Luces y sonidos de la Independencia”, una puesta audiovisual que se puede disfrutar de martes a domingos a las 19.30, 20.15 y 21 horas.
La Casa de Gobierno, frente a la plaza principal, es otra parada histórica. Fue construida a principios del siglo XX e inaugurada el 9 de julio de 1912. Declarada Monumento Histórico Nacional, su estilo arquitectónico combina el barroco francés con el clasicismo italiano. Sus mayores atractivos son el majestuoso Salón Blanco, que contó con la presencia de importantes personalidades, y el Hall de Ingreso, con su gran araña de bronce y mármol, donde descansan los restos de Juan Bautista Alberdi.
Jardines e iglesias
El mote que define a San Miguel de Tucumán como El Jardín de la República se basa en la profusión vegetal de sus calles y paseos públicos. Como la Plaza Independencia, que tiene importantes ejemplares típicos de especies de la provincia, como lapacho, laurel, tarco, ibirá pita y naranjo. Rodeada de bares y museos, conserva una fuente del siglo XIX y en el centro exhibe su Estatua de la Libertad, obra de la escultora tucumana Lola Mora, quien la esculpió por encargo del entonces presidente Julio Argentino Roca e inaugurada para el centenario de la Independencia.
Pero no hay lugar que le haga mayor honor al apodo que el Parque 9 de Julio, con su original forma ovalada, un diseño del famoso arquitecto y paisajista francés Carlos Thays, también inaugurado en 1916. Además de su frondosa vegetación, que lo convierte en un verdadero pulmón (el otro es el Parque Avellaneda, ubicado al oeste de la ciudad), atrae por sus monumentos y construcciones: el reloj floral, la fuente luminosa, el lago San Miguel, bares y restaurantes, el Museo de la Industria Azucarera, el Rosedal, además de pistas de salud, zonas de juegos para niños y más.
Ciudad de fuerte tradición religiosa, Tucumán alberga una de las tres iglesias más antiguas de la Argentina: la Catedral, primero una modesta construcción de adobe y techo a dos aguas y luego, a principios del siglo XIX, convertida en edificio de estilo neoclásico con sus torres y sus cúpulas. Lo que sí conserva es la cruz de madera original. Y las urnas con los restos de dos protagonistas de la historia argentina: el general Gregorio Aráoz de Lamadrid y el obispo Eusebio Colombres.
También forma parte del recorrido religioso la Iglesia Santo Domingo, conocida además como Basílica Menor Nuestra Señora del Rosario, una bella construcción de fachada neoclásica con reminiscencias italianas. Alberga en su interior piezas históricas como el Cristo Yacente, una escultura colonial del Alto Perú del siglo XVIII; la imagen de la Virgen Nuestra Señora del Rosario del siglo XVI; la imagen de Santo Tomás de Aquino de la escuela española del siglo XIX, y un antiguo órgano aun en uso. En el antiguo convento, contiguo a la iglesia, funciona hoy la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino.
Monumento Histórico Nacional desde 1964, la Iglesia y Convento de San Francisco es otra visita recomendable. Allí se hospedaron varios congresales en 1816, y más tarde las tropas al mando de Manuel Belgrano y José de San Martín. Actualmente funciona en el lugar el Museo San Francisco, que exhibe muebles utilizados en el Congreso de 1816, un Cristo que presidió aquellas sesiones del Congreso y la primera bandera argentina de Tucumán, entre otros tesoros históricos. En tanto, la Basílica Menor de la Merced fue la segunda iglesia creada en la ciudad de Tucumán, al principio como una humilde capilla. La edificación actual es de estilo neocolonial, y en su interior conserva la imagen de Nuestra Señora de la Merced, proclamada Generala del Ejército Argentino por Manuel Belgrano.
Más atractivos
Siempre cargada de historia, la ciudad también tiene la Casa Belgraniana, recreación de la modesta vivienda en la que se alojó Manuel Belgrano y en la que permaneció hasta unos meses antes de su muerte. Además de los muebles, también una réplica de los originales, en las habitaciones hay pantallas táctiles donde se puede recabar información y en una de las salas se proyectan películas y documentales. Por su parte, el Museo Histórico Doctor Miguel Lillo y su Tiempo, inaugurado el año pasado, exhibe parte de la obra científica del prestigioso naturalista tucumano, además del contexto histórico y los sucesores de su obra. También rinde homenaje al Dr. Lillo el Museo de Ciencias Naturales, con sus dos salas dedicadas a la Biología, la Geología y la Paleontología y su jardín botánico, con más de 80 especies autóctonas del noroeste argentino, las más representativas de la selva tucumano-boliviana.
Creado en 1973, el Museo Provincial Escultor Juan Carlos Iramain, que funciona en la antigua casona donde vivió el artista tucumano, rinde tributo al autor de obras monumentales como el Cristo Bendicente, ubicado en la cima del cerro San Javier, en Tucumán, y el Cristo Penitente de La Caldera, Salta, ambas con más de 25 metros de altura. En tanto, el Museo de Arte Sacro exhibe piezas que reflejan la historia y el arte de la Iglesia católica y de la sociedad tucumana desde el siglo XVII. Tiene cinco salas en las que pueden verse pinturas, esculturas, platería, mobiliario, etc., de arte americano, mestizo, europeo y argentino.
El Museo Folklórico Provincial, que funciona desde 1943 en una antigua construcción del siglo XVIII, ofrece una colección de artesanía popular y folklórica de Tucumán y otras provincias norteñas. Se exhiben objetos trabajados en madera, piezas de cuero, cerámicas confeccionadas por indígenas Chané y platería criolla como elementos religiosos, mates y jarras. También hay una importante colección de textiles (tapices, alfombras, mantas, peleros, ponchos) y de instrumentos musicales (cajas, bombos legüeros, anatas, quenas, sikus, erkes, charangos, guitarras, arpas). El museo dedica una de sus salas a la cantante tucumana Mercedes Sosa. También lleva el nombre de la recordada “Negra” el ex cine Plaza, hoy Teatro Mercedes Sosa, con capacidad para 1.700 espectadores, lo que lo convierte en el más grande la provincia.