Bañado La Estrella, naturaleza pura
Todavía es uno de los secretos mejor guardados de la oferta turística de nuestro país, de interés casi exclusivo para los amantes de la naturaleza agreste, la aventura y la desconexión real del implacable mundo virtual. Con sus 400.000 hectáreas, ocupa la tercera superficie entre los humedales de Sudamérica, después del Mato Grosso, en Brasil, y de los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes. Abarca una franja de unos 220 kilómetros de largo por 20 kilómetros de ancho, que corre casi en forma paralela al río Pilcomayo, cuyo desborde dio origen al humedal, desde el extremo noroeste de la provincia hacia el centro de la misma en dirección sudeste, dentro de la región del Gran Chaco. Es el destino de ecoturismo de mayor demanda en territorio formoseño, junto con el Parque Nacional Pilcomayo y la Reserva Guaycolec, y uno de los más buscados y de mayor crecimiento de la Argentina.
El Bañado la Estrella atraviesa el Trópico de Capricornio, su clima es subtropical y son varias las localidades que se encuentran cerca de sus dominios. Al carecer prácticamente de infraestructura, por lo general se utilizan las de Las Lomitas e Ingeniero Guillermo N. Juárez para alojarse, y desde allí dirigirse al destino buscado. También existe la posibilidad de hospedarse en un refugio ecológico, en el camping o en un albergue de la comunidad Pilagá. O contratar excursiones de día completo desde la ciudad de Formosa.
Al lugar se puede acceder desde las Lomitas, ubicada a unos 300 kilómetros de la ciudad de Formosa, por la ruta 28, que está asfaltada. Son unos 35 kilómetros de paisaje agreste que anticipan la belleza del lugar de destino. Otra posibilidad es hacerlo desde Fortín La Soledad, ubicada a 70 kilómetros de Las Lomitas, y desde allí tomar la ruta 32 hacia el norte, con un tramo de 30 kilómetros sin asfaltar. Desde Laguna Yema se toma la ruta 37 y se recorren unos 30 kilómetros, sin asfalto.
La visita
Como su caudal de agua depende del régimen de lluvias, no siempre se puede acceder a sus maravillas naturales y es aconsejable cerciorarse de que será posible navegar sus aguas. Ya en el lugar, al que se puede llegar en cualquier vehículo, es necesario contratar con empresas o pobladores locales los viajes en canoas o botes y las caminatas guiadas, que son lo esencial de la visita al Bañado.
Allí se puede observar una interesante variedad de animales silvestres, especialmente aves (se estima que hay unas 300 especies en la zona), entre ellas la garza y la cigüeña jabirú. También otros como el carpincho, el lobito de río, la nutria o el yacaré y, menos frecuentemente, ejemplares de oso hormiguero, aguará guazú, corzuela y ñandú, además de mariposas, abejas y un gran muestrario de insectos.
Antes de partir hacia el Bañado —que se mantiene inundado buena parte del año, al menos de abril a septiembre— es esencial, además de haber chequeado el nivel de las aguas, llevar agua potable, botas de lluvia, sombrero, protector solar y repelente. Además, en todo momento hay que estar atentos a la presencia de víboras (como la curiyú, la más grande de la Argentina), yacarés y arañas. Y, fundamentalmente, tener en cuenta que los mejores momentos (y las mejores fotos) son al amanecer y al atardecer.
También pueden apreciarse numerosas especies vegetales: champales (árboles secos semisumergidos en el agua), palmeras, algarrobos, duraznillos, mistoles, quebrachos, guayacanes, palos blancos. Y en las aguas verdosas, gran cantidad de algas y de peces de todo tipo y color.
Y, lo más importante, además del paisaje y la vida silvestre, en la zona es posible tomar contacto con los pobladores originarios, de las naciones Pilagá, Wichí, Toba y Nivaclé o Chulupí, que viven en este ecosistema único desde hace muchas generaciones. Ellos —agricultores, artesanos del hilo o la madera, baqueanos— son la más confiable fuente de consulta sobre la historia, las características, la fauna y la flora del Bañado.