Ring
Ring. Obra de Leonore Confino. Versión castellana de Kado Kostzer. Dirección: Catherine Schaub. Intérpretes: Rosario Audras y Diego de Paula. Escenografía: Elodie Monet. Vestuario: Julia Allegre. Iluminación: Francisco Hindryckx. Creación video: Mathías Delfau. Música: Bastien Burger. Teatro: El Portón de Sánchez. Sábados de marzo a las 20,30 horas, martes de marzo y abril a las 21,30 horas.
Las desavenencias de las parejas, sean casadas o no, han constituido a lo largo de la historia, como lo ha constituido el amor en general en todos sus matices, un material permanente y poco menos que imprescindible para las tragedias, las comedias o los dramas, se trate de teatro –que es donde las historias tienen mucha más prosapia, más antigüedad- como en la radio, el cine o la televisión. En este último medio, Escenas de la vida conyugal, de Ingmar Bergman, luego proyectada también en cine, es al respecto un verdadero hito en esta clase de realizaciones. Hacia atrás los ejemplos abundarían también si decidiéramos recordarlos, hasta llegar a Medea y algunas otras piezas del teatro universal.
Las separaciones han sido siempre tema de conflicto en la vida de las parejas, se hayan producido por engaño, cansancio o lo que fuere. Pero es evidente que esas rupturas nunca fueron tan numerosas como en la actualidad. Construir hoy una pareja y darle continuidad en el tiempo se ha hecho complicado. En principio porque todo lo que antes era aceptado hoy se cuestiona, se impugna. A veces con mucha razón y otras no tanto. Ring, expone 16 escenas de parejas, que intentan describir este fenómeno de mutación constante en las parejas. Es una verdadera maratón de situaciones en los que su autora, Léonore Confine, capta detalles que solo una buena observadora puede alcanzar, pero siempre en un estilo que no supera el costumbrismo, la mirada superficial, casi fotográfica. No hay casi nunca reflexión sobre por qué les ocurre a sus personajes, lo que les pasa. Y todo transcurre con excesiva velocidad, como si no pudiera sedimentar y el ritmo fuera impuesto más por los contenidos visuales que se proyectan sobre una sábana que se apoya en parte en el escenario y luego sube en forma de pantalla sobre el fondo para mostrar imágenes.
Esa característica y la composición casi coreográfica del trabajo actoral, que los intérpretes asumen con gracia y naturalidad, articula una visión muy contemporánea de las historias, pero poco sustanciosa y a menudo pesante. Para la directora de la obra, “para estos Adán y Eva de los tiempos modernos, se impuso con evidencia que fuesen polimorfos, imprevisibles, sanguíneos y generosos.” Coincidimos en los tres primeros rasgos. El último, en cambio, que habla de generosidad, parece estar demasiado lejos de una realidad donde lo que prima es un furioso individualismo, el deseo de pensar solo en el propio ombligo. Y renegar, lo más pronto que se pueda, del otro.