Paso doble

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Paso doble. De Gabriela Fiore. Dirección: Tony Lestingi. Elenco: Tony Lestingi, Gabriela Fiore, Pablo Sórensen y Ruben Estevez. Musicalización: Mariano Cossa. Vestuario: Tati Marioni. Diseño de iluminación: Caro Rabenstein. Teatro La Máscara, Piedras

Obra que estuvo a punto de representarse varias veces en el circuito oficial de Buenos Aires y en alguna ocasión en el comercial, según nos informa la autora en el programa de mano, distintas circunstancias quisieron que Paso doble, de la conocida actriz, dramaturga y guionista de televisión Gabriela Fiore, se diera a conocer recién ahora en nuestra ciudad en el Teatro La Máscara, después de 18 años de ser escrita. Antes de ésta puesta, la pieza tuvo una versión en 2003, pero en un teatro de Vicente López. El impulsor de la iniciativa de llevarla al escenario aquí fue el actor y director Jorge Nolasco, compañero de la autora durante veinte años, pero a poco de comenzar los ensayos un infarto al corazón le segó la vida. A pesar del duelo, Gabriela Fiore decidió seguir adelante y luego de un tiempo de búsqueda la elección recayó en Tony Lestingi, un actor y director de importante trayectoria en las tablas, la televisión y el cine en las últimas décadas. Esta nueva versión está dedicada precisamente a Nolasco, que puso el fuego inicial para que más tarde tomara impulso.

Fiore es una autora que comenzó su tarea dramatúrgica hace veinte años con el estreno en 1997 de Cuesta abajo, su texto más representado, que construye un encuentro imaginario entre dos figuras populares en el mundo del espectáculo: Rita Hayworth y Carlos Gardel. Paso doble es un poco posterior, es de comienzos de 2000. Durante esas dos décadas, además de actuar y dirigir, la dramaturga ha escrito con regularidad libros para la televisión: es coautora de Floricienta y ha intervenido en los guiones de programas como Alma pirata, Ilusiones y otras. Eso, sin dejar de dedicarle tiempo a los textos teatrales, entre los cuales ha realizado Un único mundo, en colaboración con Leandro Calderone, que cuenta una historia de amor durante la conquista española de América; Sepelio, se llama sepelio, también para un solo actor y que es una obra de humor negro que transcurre en un velorio; una adaptación de Rosita, la soltera, de Federico García Lorca, etc.

Paso doble es una pieza de estructura más bien lineal pero buenos diálogos, que narra la vida de dos artistas en decadencia en un restaurante concert de fines de los años setenta. Ella es una cantaora de temas españoles y él un recitador, pero apenas si sobreviven galgueando con los pocos dividendos que le dejan los escasos clientes. Al cuchitril que habita la pareja, que le sirve de camarín y a la vez de dormitorio, en la parte trasera del negocio, llega un joven que aspira con ser cantor de tangos, pero que padece un trastorno fonológico (cambia al hablar una letra por otra) y eso le dificulta la buena pronunciación y la interpretación adecuada de las canciones. Y así, mientras sueña con convertirse en alguna ocasión en un cantor célebre, el chico acompaña a la mujer con la guitarra en sus apariciones frente al público. Hay un cuarto personaje, un amigo del recitador, que es un personaje ambiguo y que, sobre el epílogo de la pieza, aportará el toque siniestro con que la historia se ligará a los acontecimientos que desgarran a la Argentina por aquellos años, que son los de la dictadura.

La puesta se despliega sobre en un ámbito donde los pocos muebles existentes están abigarrados por la escasez de espacio y que le dan al lugar el clima sombrío de una ratonera, un sitio algo asfixiante que de algún modo simboliza también, junto al desolador destino artístico de una pareja que se hunde cada vez más en el fracaso terminal, el ocaso de una sociedad que, en el afuera, sufre una declinación similar. En ese medio se desarrolla la relación del joven con la mujer, que seducida por los cándidas aspiraciones y la pureza del recién venido, se ve trasportada a los años de su juventud, de sus propios sueños, hoy agónicos. Y vive una fantasía que no puede ser, pero que despierta la desconfianza de su marido, un hombre por completo amargado y cuyo máximo horizonte es seguir sobreviviendo en ese sucucho, aferrado a los recuerdos de su pasado. De esa desconfianza surgirá el armado de una estrategia para evitar que su mujer huya con el joven.

La versión está dirigida por Tony Lestingi en la línea de un realismo claro que rescata, más allá de algunos toques de humor, la lóbrega pesadez de esos años de plomo en el que ninguna vida valía nada. Y en que se les pedía a muchos de los que soportaban ese período una actitud de complicidad con las atrocidades o atropellos sobre los otros. Los trabajos actorales de Tony Lestingi, Gabriela Fiore –la pareja de artistas-, la de Pablo Sórensen como el joven soñador y Ruben Estevez como el amigo del recitador son eficaces a la hora de componer y expresar qué le sucede a cada personaje en escena.

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