Hidalgo
Hidalgo. Dramaturgia y dirección: María Marull. Intérpretes: Agustín Daulte y Paula Marull. Diseño de escenografía: José Escobar. Vestuario: Jam Monti. Diseño de luces: Matías Sendon. Asistente de dirección: Santiago Rodríguez Durán. En El camarín de las musas, Mario Bravo 960. Jueves a las 21 horas. Duración: 60 minutos.
Historia pequeña pero tierna, Hidalgo narra el encuentro de dos seres, una mujer de algo más de treinta y un adolescente cuyos intereses se oponen en un primer momento, pero que, poco a poco, van matizando sus diferencias. Ella (Paula Marull) llega a un departamento que está por ser vendido a unos clientes interesados en él. La mujer, que es una empleada de la agencia inmobiliaria que ofrece la venta, llega al lugar un rato antes que los interesados para comprobar en qué condiciones está la unidad. Allí habitan, de prestado y mientras no se realice la operación, un hombre con su hijo. Al llegar la vendedora, el hombre no está, pero sí el hijo que duerme tranquilo en un colchón tirado sobre el piso, mientras otros objetos se ven desparramados en el living en un desorden total. La recién llegada se pone a emprolijar el aspecto del ambiente mientras le reprocha al chico que todavía esté allí, que no haya ido al colegio y que tenga todo patas arriba. El chico afirma que no quiere ir al colegio y que al día siguiente tiene una prueba difícil que supone sellará una nueva repetición del año en que cursa. Entre ellos se da un diálogo chispeante, lleno de colorido, sobre todo de parte de la mujer que con mucho humor, pero a la vez con enojo, le reprocha su indolencia y su mala voluntad. Ella confía en que, al llegar los interesados, podrá concretar la venta y le quedará como ganancia una comisión importante. Mientras discuten, los clientes llaman por teléfono a la empleada y le dicen que tuvieron inconvenientes con el tránsito y que llegarán más tarde. Y que los espere. Esto da más aire a la espera y a que ambos personajes comiencen a limar sus asperezas, sobre todo a partir de que ella comienza a ayudarle para el examen del día siguiente que girará en torno al poeta oriental Bartolomé Hidalgo, pionero de la poesía gauchesca y famoso autor de ese género llamado los cielitos.
A partir de este momento, la relación entre ellos se va poniendo más cálida y, si bien pierde efectividad el humor, ingresa a una zona más tierna y edificante. Consecuencia de esto es la decisión que toma finalmente la vendedora y que no se revelará. Un texto donde la talentosa dramaturga María Marull expone sus condiciones para crear situaciones graciosas y emotivas a la vez que, en esta ocasión y a diferencia de lo que ocurre en varias de sus últimas obras, se desarrollan en un medio más urbano. Hay que decir que las palmas de este trabajo escénico, que dirige la propia autora, se las lleva su hermana que, con la magia de su encanto y su poder para provocar situaciones hilarantes muy efectivas, se gana una y otra vez al público. Esto no impide, sin embargo, percibir que la pieza es más débil que otras de María Marull. El joven Agustín Daulte, que actuó hace unos meses también en Los ojos de Ana, de Luc Tartar y dirigida en esa ocasión por Paula Marull, acompaña bien a la actriz, si bien parecería que hay cierta tendencia a estereotiparlo en un determinado tipo de personaje que no le haría bien a su crecimiento como actor.