La figura del líder sindical cordobés Agustín Tosco, uno de los luchadores por la justicia social más admirados en la historia argentina, convoca siempre al interés. Es imposible para quien haya experimentado la emoción de su presencia en algún momento de su vida pueda rehuir a la tentación de verlo evocado en una obra teatral, en un documental, en una película. Lo que ha hecho Alejandro Finzi, un excelente dramaturgo argentino radicado en el sur del país, que sin duda comparte la misma pasión por Tosco, ha sido elaborar una fantasía escénica centrada en dos momentos claves de la existencia de este dirigente ejemplar: el Cordobazo y la masacre de Trelew. En el primer acontecimiento, que se produjo el 29 de mayo de 1969 en rebelión contra el gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía, el conductor del gremio de Luz y Fuerza de la provincia mediterránea tuvo un papel protagónico, decisivo. Durante el segundo hecho, que se produjo luego de la conocida fuga de los detenidos del penal de Rawson el 22 de agosto de 1972, Tosco estaba preso en la misma prisión y apoyó la huida, pero no participó en ella.

     Ambos hechos son recordados y relacionados en la celda de Rawson donde Tosco estuvo detenido en dos ocasiones -en 1969 y en 1971- y en la cual lo visita un bichito de luz cordobés que cruza el país para tomar con él una clase sobre la forma de organizar una asamblea. En ese encuentro entre un Tosco perplejo por la visita de un bichito de luz y éste, encarnado por un fornido y locuaz habitante de la provincia, se produce una graciosa, emotiva y poética comunicación, que sirve para rememorar esos dos hechos fundamentales de las batallas por la igualdad, la liberación y la justicia de este país. En el papel de Tosco, el excelente actor Daniel Dibiase logra una composición de notable parecido con el líder y plena de fuerza. Y es acompañado con mucha frescura por Cristian Thorsen. Sobre la pared de la celda en la que transcurre el encuentro, se proyectan imágenes que muestran pasajes de aquellos dos acontecimientos recordados y que potencian el voltaje emotivo de la representación.