Crítica de teatro: Miembro del jurado
Miembro del jurado. Autor: Roberto Perinelli. Dirección: Corina Fiorillo. Elenco: Ernesto Claudio, Roberto Vallejos, Silvina Bosco. Diseño de vestuario y escenografía: Julieta Risso. Música original: Rony Keselman. Asistencia de dirección: Vanesa Campanini. Teatro Cervantes. De viernes a domingo. Duración: 65 minutos.
Obra de Roberto Perinelli estrenada en 1979, en plena dictadura militar y luego de los festejos provocados por el triunfo en el Mundial de Fútbol, para los espectadores de ese tiempo era evidente que Miembro del jurado se trataba mucho más que de un policial muy bien trabajado por el autor por sus cuotas de suspenso y violencia. Mientras que el carnaval bullía afuera con alegría escandalosa, en el interior de una supuesta cerrajería se tejía una historia de opresión y venganza que no dejaba dudas de qué cosa estaba hablando la pieza.
Las piezas con casi treinta años sobre sus hombres, salvo en determinados casos y con ciertos autores excepcionales, suelen sentir el paso de los años, sobre todo si están demasiado contextualizadas por una época que puede marcar demasiado a la peripecia. Miembro del jurado ha sorteado con limpidez ese obstáculo porque, si bien el marco temporal en el que transcurriría hoy la obra es otro, el texto permite una lectura igualmente actual. La historia que se cuenta bien podría darse en estos días.
Por razones que hacen a la médula estructural de la pieza, no es bueno que en el comentario se hagan adelantos de lo que ocurre en el escenario. Si se puede anticipar que a partir de un encuentro entre un hombre que sale de la cárcel y necesita trabajar y otro que le ofrece una ocupación poco precisa se va desarrollando un cada vez más logrado clima de thriller que, obviamente, no queda solo en esto sino que revela como fondo el malestar doloroso, atroz e insoportable con frecuencia, que deja entre muchas personas la ausencia de justicia, la falta de sanción a algunos hechos francamente delictivos que se producen en la sociedad. Perinelli, que lleva en su haber más de veinticinco títulos escritos, logra esa atmósfera con una rigurosa economía de lenguaje y precisos cambios en el ánimo de los protagonistas, que giran casi imperceptiblemente del humor o la simpatía inicial hacia una zona de conflicto que termina siendo ominosa.
La realización escénica, a cargo de Corina Fiorello, una directora que en los últimos años ya estrenó dos obras de Perinelli (Desdichado deleite del destino y Un hombre amable entró a orinar), es sumamente eficaz, muy ajustadas a las necesidades que le impone el texto, y cuenta además con el concurso de tres actores (Ernesto Claudio, Roberto Vallejos y Silvina Bosco) que transitan con convincente intensidad los arduos desafíos que le imponen sus personajes. Del mismo modo es muy apta al tono general de la pieza la escenografía concebida por Julieta Risso y la música de Rony Keselman.